El premio inmerecido
            
            
              287
            
            
              temas; di a las ciudades de Judá: ¡Veis aquí el Dios vuestro! He aquí
            
            
              que el Señor Jehová vendrá con fortaleza, y su brazo se enseñoreará:
            
            
              he aquí que su salario viene con él, y su obra delante de su rostro”
            
            
            
            
              Aquellos que esperan la venida del Esposo han de decir al pueblo:
            
            
              “¡Veis aquí el Dios vuestro!” Los últimos rayos de luz misericor-
            
            
              diosa, el último mensaje de clemencia que ha de darse al mundo,
            
            
              es una revelación de su carácter de amor. Los hijos de Dios han de
            
            
              manifestar su gloria. En su vida y carácter han de revelar lo que la
            
            
              gracia de Dios ha hecho por ellos.
            
            
              La luz del Sol de Justicia ha de brillar en buenas obras, en pala-
            
            
              bras de verdad y hechos de santidad.
            
            
              Cristo, el resplandor de la gloria del Padre, vino al mundo como
            
            
              su luz. Vino a representar a Dios ante los hombres, y de él está
            
            
              escrito que fue ungido “de Espíritu Santo y de potencia” y “anduvo
            
            
              haciendo bienes”
            
            
            
            
              En la sinagoga de Nazaret dijo: “El Espíritu del
            
            
              Señor es sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a
            
            
              [343]
            
            
              los pobres: me ha enviado para sanar a los quebrantados de corazón;
            
            
              para pregonar a los cautivos libertad, y a los ciegos vista; para poner
            
            
              en libertad a los quebrantados: para predicar el año agradable del
            
            
              Señor”
            
            
            
            
              Esta era la obra que él recomendó a sus discípulos que
            
            
              hicieran. “Vosotros sois la luz del mundo”, dijo él. “Así alumbre
            
            
              vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras obras
            
            
              buenas, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”
            
            
            
            
              Esta
            
            
              es la obra que el profeta Isaías describe cuando dice: “¿No es que
            
            
              partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes metas en
            
            
              casa; que cuando vieres al desnudo, lo cubras, y no te escondas de
            
            
              tu carne? Entonces nacerá tu luz como el alba, y tu salud se dejará
            
            
              ver presto; e irá tu justicia delante de ti, y la gloria de Jehová será tu
            
            
              retaguardia”
            
            
            
            
              De esta manera, en las noches de tinieblas espirituales, la gloria
            
            
              de Dios ha de brillar por medio de su iglesia, al levantar ésta a los
            
            
              quebrantados y consolar a los dolientes.
            
            
              En torno de nosotros, por todas partes se oyen los lamentos de
            
            
              tristeza del mundo. Por doquiera están los necesitados y afligidos.
            
            
              A nosotros nos toca ayudarlos a aligerar y suavizar las durezas y la
            
            
              miseria de la vida.
            
            
              La obra práctica tendrá mucho más efecto que el mero sermonear.
            
            
              Hemos de dar alimento al hambriento, vestir al desnudo y proteger al