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Palabras de Vida del Gran Maestro
Entre las espinas
“Y el que fue sembrado en espinas, éste es el que oye la palabra;
pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas, ahogan la
palabra, y hácese infructuosa”.
La semilla del Evangelio a menudo cae entre las espinas y las
malas hierbas; y si no hay una transformación moral en el corazón
humano, si los viejos hábitos y prácticas y la vida pecaminosa ante-
rior no se dejan atrás, si los atributos de Satanás no son extirpados
del alma, la cosecha de trigo se ahoga. Las espinas llegarán a ser la
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cosecha, y exterminarán el trigo.
La gracia puede prosperar únicamente en el corazón que cons-
tantemente está preparándose para recibir las preciosas semillas de
verdad. Las espinas del pecado crecen en cualquier terreno; no nece-
sitan cultivo; pero la gracia debe ser cuidadosamente cultivada. Las
espinas y las zarzas siempre están listas para surgir, y de continuo
debe avanzar la obra de purificación. Si el corazón no está bajo el
dominio de Dios, si el Espíritu Santo no obra incesantemente para
refinar y ennoblecer el carácter, los viejos hábitos se revelarán en
la vida. Los hombres pueden profesar creer el Evangelio; pero a
menos que sean santificados por el Evangelio, su profesión no tiene
valor. Si no ganan la victoria sobre el pecado, el pecado la obtendrá
sobre ellos. Las espinas que han sido cortadas pero no desarraigadas
crecen con presteza, hasta que el alma queda ahogada por ellas.
Cristo especificó las cosas que son dañinas para el alma. Según
San Marcos, él mencionó los cuidados de este siglo, el engaño de las
riquezas, y la codicia de otras cosas. Lucas especifica los cuidados,
las riquezas y los pasatiempos de la vida. Esto es lo que ahoga
la palabra, el crecimiento de la semilla espiritual. El alma deja de
obtener su nutrición de Cristo, y la espiritualidad se desvanece del
corazón.
“Los cuidados de este siglo”. Ninguna clase de personas está
libre de la tentación de los cuidados del mundo. El trabajo penoso,
la privación y el temor de la necesidad le acarrean al pobre perpleji-
dades y cargas. Al rico le sobreviene el temor de la pérdida y una
multitud de congojas. Muchos de los que siguen a Cristo olvidan la
lección que él nos ha invitado a aprender de las flores del campo. No
confían en su cuidado constante. Cristo no puede llevar sus cargas