Página 32 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
sus semejantes. En vez de considerar las riquezas como un talento
que ha de ser empleado para la gloria de Dios y la elevación de la
humanidad, las miran como un medio de servirse a sí mismos. En
vez de desarrollar en el hombre los atributos de Dios, las riquezas
así usadas desarrollan en él los atributos de Satanás. La simiente de
la palabra es ahogada por las espinas.
“Y los pasatiempos de la vida”. Hay peligro en las diversiones
que persiguen únicamente la complacencia propia. Todos los hábitos
de complacencia que debilitan las facultades físicas, que anublan
la mente o entorpecen las percepciones espirituales, son “deseos
carnales que batallan contra el alma”
“Y las codicias que hay en las otras cosas”. Estas no son nece-
sariamente cosas pecaminosas en sí mismas, sino algo a lo cual se
le concede el primer lugar en vez del reino de Dios. Todo lo que
desvía la mente de Dios, todo lo que aparta los afectos de Cristo, es
un enemigo del alma.
Cuando la mente es juvenil, vigorosa y susceptible de rápido
desarrollo, existe la gran tentación de la ambición egoísta, de servir
al yo. Si los planes mundanos tienen éxito, se manifiesta una inclina-
ción a continuar en un camino que amortece la conciencia e impide
una estimación correcta de lo que constituye la verdadera excelencia
del carácter. Cuando las circunstancias favorezcan este desarrollo, el
crecimiento se manifestará en una dirección prohibida por la Palabra
de Dios.
En este período de formación de la vida de sus hijos, la res-
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ponsabilidad de los padres es muy grande. Debe constituir su tema
de estudio cómo rodear a la juventud de las debidas influencias,
influencias que les den opiniones correctas acerca de la vida y su
verdadero éxito. En vez de esto, ¡cuántos padres convierten en el
primer objeto de su vida el conseguir para sus hijos la prosperidad
mundanal! Eligen todas sus relaciones con este fin. Muchos padres
fijan su hogar en alguna gran ciudad, y presentan sus hijos a la socie-
dad elegante y a la moda. Los rodean de influencias que estimulan la
mundanalidad y el orgullo. En esa atmósfera la mente y el alma se
empequeñecen. Los blancos nobles y elevados de la vida se pierden
de vista. El privilegio de ser hijos de Dios, herederos de la eternidad,
se cambia por el beneficio mundanal.