Página 35 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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La siembra de la verdadx
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representados por la vera del camino, el terreno pedregoso y el de
espinas, no necesitan permanecer en esa condición. El Espíritu de
Dios está siempre tratando de romper el hechizo de la infatuación
que mantiene a los hombres absortos en las cosas mundanas, y de
despertar el deseo de poseer el tesoro imperecedero. Es resistiendo
a! Espíritu como los hombres llegan a desatender y descuidar la
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palabra de Dios. Ellos mismos son responsables de la dureza de co-
razón que impide que la buena simiente eche raíces, y de los malos
crecimientos que detienen su desarrollo.
Debe cultivarse el jardín del corazón. Debe abrirse el terreno
por medio de un profundo arrepentimiento del pecado. Deben des-
arraigarse las satánicas plantas venenosas. Una vez que el terreno ha
estado cubierto por las espinas, sólo se lo puede utilizar después de
un trabajo diligente. Así también, sólo se pueden vencer las malas
tendencias del corazón humano por medio de esfuerzos fervientes en
el nombre de Jesús y con su poder. El Señor nos ordena por medio
de su profeta: “Haced barbecho para vosotros, y no sembréis sobre
espinas”. “Sembrad para vosotros en justicia, segad para vosotros
en misericordia”
Dios desea hacer en favor nuestro esta obra, y
nos pide que cooperemos con él.
Los sembradores de la semilla tienen una obra que hacer en
cuanto a preparar los corazones para que reciban el Evangelio. Se
presenta la palabra con demasiado sermoneo y con muy poca obra
de corazón a corazón. Se necesita un trabajo personal en favor
de las almas de los perdidos. Debemos acercarnos a los hombres
individualmente; y con la simpatía de Cristo hemos de tratar de
despertar su interés en los grandes asuntos de la vida eterna. Quizá
su corazón parezca tan duro como el camino transitado, y tal vez
sea aparentemente un esfuerzo inútil presentarles al Salvador; pero
aun cuando la lógica pueda no conmover, y los argumentos puedan
resultar inútiles para convencer, el amor de Cristo, revelado en el
ministerio personal, puede ablandar un corazón pétreo, de manera
que la semilla de la verdad pueda arraigarse.
De modo que los sembradores tienen algo que hacer para que la
semilla no sea ahogada por las espinas o perezca debido a la poca
profundidad del terreno. En el mismo comienzo de la vida cristiana
deben enseñarse a cada creyente los principios fundamentales. Debe
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enseñársele que no ha de ser meramente salvado por el sacrificio de