Página 63 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Un poder que transforma y eleva
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es nacido del Espíritu, espíritu es. No te maravilles de que te dije:
Os es necesario nacer otra vez. El viento de donde quiere sopla, y
oyes su sonido; mas no sabes de dónde viene, ni a dónde vaya: así
es todo aquel que es nacido del Espíritu”
El apóstol Pablo, escribiendo por la inspiración del Espíritu San-
to, dice: “Dios, que es rico en misericordia, por su mucho amor
con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecado, nos dio
vida juntamente con Cristo; por gracia sois salvos; y juntamente nos
resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los cielos con Cristo Jesús,
para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su
gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por
gracia sois salvos por la fe; y esto no de vosotros, pues es don de
Dios”
La levadura escondida en la harina trabaja en forma invisible para
hacer que toda la masa se halle bajo el proceso del leudamiento; así
la levadura de la verdad trabaja secreta, silenciosa, invariablemente
para transformar el alma. Las inclinaciones naturales son mitigadas
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y sometidas. Nuevos pensamientos, nuevos sentimientos, nuevos
motivos son implantados. Se traza una nueva norma del carácter: la
vida de Cristo. La mente es cambiada; las facultades son despertadas
para obrar en nuevas direcciones. El hombre no es dotado de nuevas
facultades, sino que las facultades que tiene son santificadas. La
conciencia se despierta. Somos dotados de rasgos de carácter que
nos capacitan para servir a Dios.
A menudo se levanta la pregunta: ¿Por qué, entonces, hay tantos
que pretenden creer en la Palabra de Dios, en los cuales no se ve una
reforma en las palabras, en el espíritu y en el carácter? ¿Por qué hay
tantos que no pueden soportar la oposición a sus propósitos y planes,
que manifiestan un temperamento no santificado, y cuyas palabras
son ásperas, despóticas y apasionadas? Se ve en ellos el mismo amor
al yo, la misma indulgencia egoísta, el mismo mal genio y lenguaje
precipitado que se notan en la vida de los mundanos. Existe el mismo
orgullo sensible, la misma concesión a la inclinación natural, la
misma perversidad de carácter que si la verdad fuera completamente
desconocida para ellos. La razón es que no están convertidos. No
han escondido la levadura de la verdad en su corazón. No ha habido
oportunidad para que ella realizara su obra. Sus tendencias naturales
y cultivadas a hacer lo malo no han sido sometidas a su poder