Página 64 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
transformador. Sus vidas revelan la ausencia de la gracia de Cristo,
una falta de fe en su poder para transformar el carácter.
“La fe es por el oír; y el oír por la palabra de Dios”
Las Escri-
turas constituyen el gran agente en la transformación del carácter.
Cristo oró: “Santifícalos en tu verdad: tu palabra es verdad”
Si se la
estudia y obedece, la Palabra de Dios obra en el corazón, subyugando
todo atributo no santificado. El Espíritu Santo viene a convencer del
pecado, y la fe que nace en el corazón obra por amor a Cristo, y nos
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conforma en cuerpo, alma y espíritu a su propia imagen. Entonces
Dios puede usarnos para hacer su voluntad. El poder que se nos da
obra desde adentro hacia afuera, induciéndonos a comunicar a otros
la verdad que nos ha sido transmitida.
Las verdades de la Palabra de Dios hacen frente a la gran necesi-
dad práctica del hombre: la conversión del alma por medio de la fe.
No ha de pensarse que estos grandes principios son demasiado puros
y santos para ser aplicados en la vida diaria. Son verdades que llegan
al cielo y alcanzan la eternidad; y sin embargo, su influencia vital
ha de ser entretejida en la experiencia humana. Han de compenetrar
todas las grandes y pequeñas cosas de la vida.
Recibida en el corazón, la levadura de la verdad regulará los
deseos, purificará los pensamientos, dulcificará la disposición. Aviva
las facultades de la mente y las energías del alma. Aumenta la
capacidad de sentir, de amar.
El mundo considera como un misterio al hombre imbuido de
este principio. El hombre egoísta y amador del dinero vive sólo para
conseguir las riquezas, los honores y los placeres de este mundo.
Omite de sus cálculos el mundo eterno. Pero en el caso del seguidor
de Cristo, estas cosas no lo absorberán todo. Por causa de Cristo,
trabajará y se negará a sí mismo, para poder ayudar en la gran obra
de salvar a las almas que se hallan sin Cristo y sin esperanza en el
mundo. El mundo no puede comprender a un hombre tal; porque
él tiene en cuenta realidades eternas. El amor de Cristo con su
poder redentor ha venido a su corazón. Este amor subyuga todo otro
motivo, y eleva a su poseedor por encima de la influencia corruptora
del mundo.
La palabra de Dios ha de tener un efecto santificador en nuestra
relación con cada miembro de la familia humana. La levadura de la
verdad no producirá espíritu de rivalidad, ambición, deseo de prima-