Página 73 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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El mayor tesoro
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Esta es la obra que muchos hacen en nuestra época. Muchas
iglesias son culpables de este pecado. Hay peligro, gran peligro de
que los presuntos sabios de nuestra época repitan lo que hicieron los
maestros judíos. Interpretan falsamente los oráculos divinos, y las
almas quedan sumidas en la perplejidad y las tinieblas a causa de su
errónea concepción de la verdad.
Las Escrituras no necesitan ser leídas a la luz empañada de
la tradición o la especulación humana. El explicar las Escrituras
por la especulación o la imaginación del hombre, es como tratar
de alumbrar el sol con una antorcha. La santa Palabra de Dios no
necesita de la débil luz de la antorcha de la tierra para que sus glorias
sean visibles. Es luz en sí misma: la gloria de Dios revelada; y fuera
de ella toda otra luz es empañada.
Pero debe haber fervoroso estudio y diligente investigación. Las
percepciones claras y exactas de la verdad no serán nunca la re-
compensa de la indolencia. Ninguna bendición terrenal puede ser
obtenida sin esfuerzo ferviente, paciente y perseverante. Si los hom-
bres quieren tener éxito en los negocios, deben tener la voluntad
de obrar, y la fe para esperar los resultados. Y no podemos esperar
obtener un conocimiento espiritual sin un trabajo activo. Aquellos
que desean encontrar los tesoros de la verdad deben cavar en busca
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de ellos como el minero cava para hallar el tesoro escondido en la
tierra. Ningún trabajo frío e indiferente será provechoso. Es esencial
para los viejos y los jóvenes no solamente leer la Palabra de Dios,
sino estudiarla con fervor y consagración, orando e investigando
para hallar la verdad como tesoro escondido. Los que hagan esto
serán recompensados, pues Cristo avivará su inteligencia.
Nuestra salvación depende de nuestro conocimiento de la verdad
contenida en las Escrituras. Es la voluntad de Dios que nosotros
poseamos dicho conocimiento. Investigad, oh, investigad la preciosa
Biblia con corazones hambrientos. Explorad la Palabra de Dios como
el minero explora la tierra para encontrar las vetas de oro. Nunca
abandonéis el estudio hasta que os hayáis asegurado de vuestra
relación con Dios y de su voluntad con respecto a vosotros. Cristo
declara: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, esto haré,
para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo pidiereis en mi
nombre, yo lo haré”