Página 98 - Palabras de Vida del Gran Maestro (1971)

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Palabras de Vida del Gran Maestro
No necesitáis ir hasta los confines de la tierra para buscar sabi-
duría, pues Dios está cerca. No son las capacidades que poseéis hoy,
o las que tendréis en lo futuro, las que os darán éxito. Es lo que el
Señor puede hacer por vosotros. Necesitamos tener una confianza
mucho menor en lo que el hombre puede hacer, y una confianza
mucho mayor en lo que Dios puede hacer por cada alma que cree. El
anhela que extendáis hacia él la mano de la fe. Anhela que esperéis
grandes cosas de él. Anhela daros inteligencia así en las cosas mate-
riales como en las espirituales. El puede aguzar el intelecto. Puede
impartir tacto y habilidad. Emplead vuestros talentos en el trabajo;
pedid a Dios sabiduría, y os será dada.
Haced de la Palabra de Cristo vuestra seguridad. ¿No os ha
invitado a ir a él? Nunca os permitáis hablar de una manera des-
corazonada y desesperada. Si lo hacéis perderéis mucho. Mirando
las apariencias, y quejándoos cuando vienen las dificultades y pre-
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muras, revelaréis una fe enferma y débil. Hablad y obrad como si
vuestra fe fuera invencible. El Señor es rico en recursos: el mundo
le pertenece. Mirad al cielo con fe. Mirad a Aquel que posee luz,
poder y eficiencia.
Hay en la fe genuina un bienestar, una firmeza de principios
y una invariabilidad de propósito que ni el tiempo ni las pruebas
pueden debilitar. “Los mancebos se fatigan y se cansan, los mozos
flaquean y caen: mas los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuer-
zas; levantarán las alas como águilas; correrán, y no se cansarán;
caminarán, y no se fatigarán”
Hay muchos que anhelan ayudar a otros, pero sienten que no
tienen fuerza o luz espiritual que impartir. Presenten ellos sus peti-
ciones ante el trono de la gracia. Rogad por el Espíritu Santo. Dios
respalda cada promesa que ha hecho. Con vuestra Biblia en la mano,
decid: Yo he hecho como tú has dicho. Presento tu promesa: “Pedid,
y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y os será abierto”.
No solamente debemos orar en el nombre de Cristo, sino por la
inspiración del Espíritu Santo. Esto explica lo que significa el pasaje
que dice que “el mismo Espíritu pide por nosotros con gemidos
indecibles”
Dios se deleita en contestar tal oración. Cuando con
fervor e intensidad expresamos una oración en el nombre de Cristo,
hay en esa misma intensidad una prenda de Dios que nos asegura que