Página 19 - Reavivamientos Modernos (1974)

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Las conversiones: ¿Falsas o verdaderas?
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mandamientos, para que su potencia sea en el árbol de la vida, y que
entren por las puertas en la ciudad”
Apocalipsis 22:14
, versión de
Valera, 1909.
El aserto de que Cristo abolió con su muerte la ley de su Padre no
tiene fundamento. Si hubiese sido posible cambiar la ley o abolirla,
entonces Cristo no habría tenido por qué morir para salvar al hombre
de la penalidad del pecado...
Enemistados y reconciliados: ¿Cómo se efectúa esto?
Es obra de la conversión y de la santificación reconciliar a los
hombres con Dios, poniéndolos de acuerdo con los principios de su
ley. Al principio el hombre fue creado a la imagen de Dios. Estaba
en perfecta armonía con la naturaleza y la ley de Dios; los principios
de justicia estaban grabados en su corazón. Pero el pecado lo separó
de su Hacedor. Ya no reflejaba más la imagen divina. Su corazón
estaba en guerra con los principios de la ley de Dios. “La intención
de la carne es enemistad contra Dios, porque no se sujeta a la ley
de Dios, ni tampoco puede”
Romanos 8:7
. Mas “de tal manera amó
Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito”, para que el hombre
fuese reconciliado con Dios. Su corazón debe ser renovado por la
gracia divina; debe recibir nueva vida de lo alto. Este cambio es el
nuevo nacimiento, sin el cual, según expuso Jesús, nadie “puede ver
el reino de Dios”.
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El primer paso hacia la reconciliación con Dios, es la convicción
del pecado. “El pecado es transgresión de la ley”. “Por la ley es el
conocimiento del pecado”
1 Juan 3:4
;
Romanos 3:20
. Para reconocer
su culpabilidad, el pecador debe medir su carácter por la gran norma
de justicia que Dios dio al hombre. Es un espejo que le muestra la
imagen de un carácter perfecto y justo, y le permite discernir los
defectos de su propio carácter.
La ley revela al hombre sus pecados, pero no dispone ningún re-
medio. Mientras promete vida al que obedece, declara que la muerte
es lo que le toca al transgresor. Sólo el Evangelio de Cristo puede
librarlo de la condenación o de la mancha del pecado. Debe arre-
pentirse ante Dios cuya ley transgredió, y tener fe en Cristo y en su
sacrificio expiatorio. Así obtiene “remisión de los pecados cometi-
dos anteriormente”, y se hace partícipe de la naturaleza divina...