Página 25 - Reavivamientos Modernos (1974)

Basic HTML Version

Las conversiones: ¿Falsas o verdaderas?
21
Así como las estrellas nos hablan de una gran luz en el cielo, con
cuya gloria resplandecen, así también los cristianos deben mostrar
que hay en el trono del universo un Dios cuyo carácter es digno
de alabanza e imitación. Las gracias de su Espíritu, su pureza y
santidad, se manifestarán en sus testigos...
Ya no hay condenación
Si bien la vida del cristiano ha de ser caracterizada por la humil-
dad, no debe señalarse por la tristeza y la denigración de sí mismo.
[20]
Todos tienen el privilegio de vivir de manera que Dios los apruebe
y los bendiga. No es la voluntad de nuestro Padre celestial que es-
temos siempre en condenación y tinieblas. Marchar con la cabeza
baja y el corazón lleno de preocupaciones relativas a uno mismo
no es prueba de verdadera humildad. Podemos acudir a Jesús y ser
purificados, y permanecer ante la ley sin avergonzarnos ni sentir
remordimientos. “Ahora pues, ninguna condenación hay para los
que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, mas
conforme al Espíritu”.
Romanos 8:1
.
Por medio de Jesús, los hijos caídos de Adán son hechos “hijos
de Dios”. “Porque el que santifica y los que son santificados, de uno
son todos: por lo cual no se avergüenza de llamarlos hermanos”.
Hebreos 2:11
. La vida del cristiano debe ser una vida de fe, de
victoria y de gozo en Dios. “Todo aquel que es engendrado de Dios
vence al mundo; y ésta es la victoria que vence al mundo, a saber,
nuestra fe”.
1 Juan 5:4 (VM)
. Con razón declaró Nehemías, el siervo
de Dios: “El gozo de Jehová es vuestra fortaleza”.
Nehemías 8:10
. Y
San Pablo dice: “Gozaos en el Señor siempre: otra vez os digo: Que
os gocéis”. “Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en
todo; porque ésta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo
Jesús”
Filipenses 4:4
;
1 Tesalonicenses 5:16-18
.
Tales son los frutos de la conversión y de la santificación
[21]
Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 514-532
. (Capítulo titulado “La
verdadera conversión es esencial”.)