Página 30 - Reavivamientos Modernos (1974)

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Reavivamientos Modernos
provisto para el pecador arrepentido y creyente; y él puede decir:
“En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi
Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de
manto de justicia”.
Isaías 61:10
.
Maravillosa gracia
Se ha dispuesto gracia abundante para que el alma creyente
pueda ser preservada del pecado, pues todo el cielo, con sus recursos
ilimitados, ha sido colocado a nuestra disposición. Hemos de extraer
de la fuente de salvación. Cristo es el fin de la ley para justicia a
todo aquel que cree. Somos pecadores por nosotros mismos, pero
somos justos en Cristo. Habiéndonos hecho justos por medio de la
justicia imputada de Cristo, Dios nos declara justos y nos trata como
a tales. Nos contempla como a sus hijos amados. Cristo obra contra
el poder del pecado, y donde abundó el pecado sobreabunda la gracia.
“Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio
de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por
la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la
esperanza de la gloria de Dios”.
Romanos 5:1, 2
.
“Siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la
redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propicia-
ción por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia a
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causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados,
con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él
sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús”.
Romanos
3:24-26
. “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no
de vosotros, pues es don de Dios”.
Efesios 2:8
. Se cita.
Juan 1:14-16
.
Aptos para la salvación
El Señor quiere que los suyos sean sanos en la fe: que no ignoren
la gran salvación que les es tan abundantemente ofrecida. No han de
mirar hacia adelante pensando que en algún tiempo futuro se hará
una gran obra a su favor, pues ahora es completa la obra. No se pide
que el creyente haga paz con Dios por sí solo. Nunca lo ha hecho
ni jamás podrá hacerlo. Ha de aceptar a Cristo como su paz, pues
con Cristo están Dios y la paz. Cristo dio fin al pecado llevando su