Página 61 - Reavivamientos Modernos (1974)

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Sigue siendo una lucha
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mal; pero se necesita más de un momento para romper los grillos
y alcanzar una vida más santa. Bien puede formarse el propósito y
empezar a realizarlo; pero su cumplimiento cabal requiere trabajo,
tiempo, perseverancia, paciencia y sacrificio.
No debemos obrar impulsivamente. No podemos descuidarnos
un solo momento. Asaltados por tentaciones sin cuento, debemos
resistir con firmeza o ser vencidos. Si llegamos al fin de la vida sin
haber concluido nuestra obra, la pérdida será eterna.
La vida del apóstol Pablo fue un constante conflicto consigo
mismo. Dijo: “Cada día muero”.
1 Corintios 15:31
. Su voluntad y
sus deseos estaban en conflicto diario con su deber y con la voluntad
de Dios. En vez de seguir su inclinación, hizo la voluntad de Dios,
por mucho que tuviera que crucificar su naturaleza.
Al terminar su vida de conflicto, al mirar hacia atrás y ver los
combates y triunfos de ella, pudo decir: “He peleado la buena batalla,
he acabado la carrera, he guardado la fe. Por lo demás, me está
guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo,
en aquel día”.
2 Timoteo 4:7, 8
.
La vida cristiana es una batalla y una marcha. En esta guerra no
hay descanso; el esfuerzo ha de ser continuo y perseverante. Sólo
mediante un esfuerzo incansable podemos asegurarnos la victoria
contra las tentaciones de Satanás. Debemos procurar la integridad
cristiana con energía irresistible, y conservarla con propósito firme
y resuelto.
Nadie llegará a las alturas sin esfuerzo perseverante en su propio
beneficio. Todos deben empeñarse por sí mismos en esta guerra;
nadie puede pelear por nosotros...
Hay una ciencia para ello
Hay una ciencia del cristianismo que debe ser conocida a fondo,
y que es tanto más profunda, amplia y alta que cualquier ciencia
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humana cuanto son más altos los cielos que la tierra. La mente debe
ser disciplinada, educada y formada, pues hemos de servir a Dios de
un modo que no congenia con nuestras inclinaciones naturales.
Hemos de vencer las tendencias al mal, que hemos heredado y
cultivado. Muchas veces hay que prescindir por completo de la
educación y la preparación de toda una vida para aprender en la