Acuda a la fuente de la luz, 4 de abril
La exposición de tus palabras alumbra. Hace entender a los simples.
Salmos 119:130
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Hay a veces hombres de capacidad intelectual, mejorada por la educación y la
cultura, que no alcanzan a comprender ciertos pasajes de la Escritura, mientras que
otros que no tienen instrucción, cuyo entendimiento parece débil y cuya mente
no está disciplinada, comprenden su significado y hallan fuerza y consuelo en
aquello que los primeros consideran tedioso, o pasan por alto como si no tuviese
importancia. ¿Por qué es esto? Me ha sido explicado que estos no confían en su
propio entendimiento. Van a la fuente de la luz, Aquel que inspiró las Escrituras, y
con humildad de corazón piden sabiduría a Dios, y la reciben. Hay minas de verdad
que ha de descubrir todavía el investigador ferviente. Cristo representó la verdad
por un tesoro oculto en el campo. No está en la misma superficie; debemos cavar
para encontrarlo. Pero nuestro éxito no depende tanto de la capacidad intelectual
como de nuestra humildad de corazón y de una fe que se vale de la ayuda divina.
Sin la dirección del Espíritu Santo, estaremos constantemente expuestos a
torcer las Escrituras o a interpretarlas mal. La lectura de la Biblia muchas veces
no reporta provecho, y hasta puede causar un daño positivo. Cuando la Palabra
de Dios se abre sin reverencia ni oración, y los pensamientos y afectos no están
fijos en Dios ni armonizan con su voluntad, el intelecto es enturbiado por la duda,
y el escepticismo se fortalece con el estudio de la Biblia. El enemigo rige los
pensamientos y sugiere interpretaciones que no son correctas.
Cuando los hombres no tratan de estar en armonía con Dios en sus palabras
y acciones, por sabios que sean, están expuestos a errar en su comprensión de la
Escritura, y es peligroso confiar en sus explicaciones. Cuando tratamos verdadera-
mente de hacer la voluntad de Dios, el Espíritu Santo toma los preceptos de su
Palabra, hace de ellos los principios de la vida y los escribe en las tablas del alma.
Son únicamente los que siguen la luz ya dada quienes pueden esperar recibir una
mayor iluminación por parte del Espíritu.—
Joyas de los Testimonios 2:309, 310
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