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Al espíritu le gusta trabajar con los niños, 12 de mayo
Y llamando Jesús a un niño, lo puso en medio de ellos, y dijo: De cierto os
digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de
los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor
en el reino de los cielos. Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño
como este, a mí me recibe. Y cualquiera que haga tropezar a alguno de
estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello
una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.
Mateo 18:2-6
.
¡Oh, si queremos aprender de Jesús necesitamos lograr una clara percepción
acerca de lo que debe ser hecho! Los manantiales de paz y gozo celestial abiertos
en la mente del maestro por las mágicas palabras de la inspiración, llegarán a ser
un poderoso río de influencia para bendecir a todos los que se relacionen con Dios.
No piensen que la Biblia puede ser un libro tedioso para los niños. Orientados
por un instructor que sea sabio, la obra será más y más deseable. Será para ellos
el Pan de Vida que nunca se pone añejo. Hay en las Escrituras una frescura y
belleza que atrae y encanta a los niños y jóvenes. Es semejante a los rayos del
sol que, al brillar, además de iluminar también calientan la tierra sin agotarse.
Gracias a las lecciones que contienen las historias y las doctrinas de la Biblia, los
niños y jóvenes pueden aprender que todos los otros libros son inferiores a éste.
Encontrarán en ellas una fuente de gracia y de amor.
El santo y educador Espíritu de Dios está en su Palabra. Una luz, una nueva y
preciosa luz resplandece en cada página. La verdad es revelada allí, y en ella las
palabras y expresiones brillan en forma apropiada para cada ocasión, como si la
voz de Dios hablara al creyente.
Necesitamos reconocer al Espíritu Santo como nuestro iluminador. Al Espíritu
le encanta dirigirse a los niños para ayudarlos a descubrir la hermosura de los
tesoros de la Palabra de Dios. Las promesas hechas por el gran Maestro cautivarán
sus sentidos, y el divino poder espiritual animará a los niños. Entonces crecerán
y fructificarán al familiarizarse con los temas celestiales, que serán como una
barricada contra las tentaciones del enemigo.—
The General Conference Bulletin,
1 de abril de 1898
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