Desea ayudar a los maestros, 17 de mayo
Viéndole los hijos de los profetas que estaban en Jericó al otro lado, dijeron:
El espíritu de Elías reposó sobre Eliseo. Y vinieron a recibirle, y se
postraron delante de él.
2 Reyes 2:15
.
El Espíritu Santo vino a las escuelas de los profetas para poner los pensa-
mientos de los estudiantes en armonía con la voluntad de Dios. Y en virtud de la
relación que hubo entre el cielo y estas escuelas, el gozo y la gratitud que brotaba
de los corazones llenos de amor lo expresaban en himnos de alabanza, a los que se
unían los ángeles. Si los profesores abrieran sus corazones para recibir al Espíritu,
serían preparados para cooperar con él en su ministerio en favor de los estudiantes.
Cuando se le permita actuar libremente producirá transformaciones maravillosas.
Al obrar en el corazón corregirá el egoísmo, refinará y modelará el carácter, y
traerá todos los pensamientos en cautividad a Cristo...
En lugar de reprimirlo y hacerlo volver, debería estimularse la presencia del
Espíritu Santo y darle la bienvenida. Cuando los maestros se santifiquen por
la obediencia a la Palabra de Dios, el Espíritu Santo les dará vislumbres de las
cosas celestiales. Cuando busquen a Dios con fervor y humildad, las palabras que
expresaron en forma fría e indiferente arderán en sus corazones. La verdad dejará
de languidecer en sus labios.
El Espíritu Santo, como agente, no nos privará de la necesidad de ejercer
todas las facultades y cada talento. En cambio, nos enseñará a utilizar todos los
dones para la gloria de Dios. Cuando dichas virtudes estén bajo la gracia divina,
su poseedor se pondrá en condiciones de utilizarlos para los mejores propósitos
que existan en esta vida. La ignorancia no puede estimular ni la humildad ni la
espiritualidad de ningún profeso seguidor de Cristo. Las verdades de la Palabra de
Dios serán mejor apreciadas por un intelectual que sea creyente sincero. Cristo
puede ser mejor glorificado por los que le sirven con inteligencia. El gran propósito
de la educación es capacitarnos para utilizar las facultades que Dios nos ha
concedido a fin de que podamos representar como corresponde la religión de la
Biblia, y para promover la gloria de Dios.—
North Pacific Union Gleaner, 26 de
mayo de 1909
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