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Mantiene despiertos a los centinelas, 26 de junio
Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño;
porque ahora está más cerca de nosotros nuestra salvación que cuando
creímos.
Romanos 13:11
.
Hermanos míos, tengan entronizado a Jesús dentro de ustedes para que puedan
morir al yo. Debemos ser bautizado por el Espíritu Santo. Entonces no permane-
ceremos sentados expresando en forma desconcertada: “Lo que debe ser, será; las
profecías tienen que cumplirse”. ¡Oh, despierten, oro para que despierten y pue-
dan llevar la más sagrada de todas las responsabilidades! Como fieles centinelas,
ustedes deberían ver cómo viene la espada, para que, al dar sus advertencias, los
hombres y las mujeres no continúen en la ignorancia y así dejen de hacer lo que
practican por desconocer la verdad.
El Señor nos ha iluminado con el conocimiento acerca de lo que vendrá sobre
la tierra para que podamos compartir la luz con otros, y no ser hallados culpables
de cruzar los brazos y no hacer nada, buscando escapatorias al ocuparnos en cosas
de menor importancia. La mente de muchos ha sido embargada con disputas y
han rechazado la luz que se nos dio por intermedio de los
Testimonios
, porque no
están de acuerdo con sus propias opiniones.
Dios no fuerza a nadie para que se ponga a su servicio. Cada creyente debe
decidir por sí mismo si desea caer o no sobre la Roca para ser quebrantado. El
cielo está atónito al certificar la estupidez espiritual que ha prevalecido. Cada uno
tiene que abrir personalmente su corazón orgulloso al Espíritu de Dios con el
propósito de tener habilidad intelectual santificada para el servicio al Maestro. El
poder transformador de Dios debe actuar en cada uno para que la mente pueda ser
renovada por el Espíritu Santo y, como resultado, podamos tener el mismo parecer
que tuvo Cristo.
Si los vigías duermen por efecto del narcótico satánico que les impide re-
conocer la voz del verdadero Pastor, y no prestan atención a sus advertencias,
en el temor de Dios les digo que serán responsables por la sangre de los que se
pierdan. Los centinelas han de estar muy alertas; deben ser hombres que ni de día
ni de noche dormiten en su puesto del deber. Tienen que hacer sonar la trompeta
con todas sus fuerzas para que la gente se aparte del mal y escoja el bien. La
estupidez y el descuido indiferente no tienen excusa. A cada lado hay rompientes
y rocas escondidas que pueden hacer pedazos nuestra embarcación y dejarnos
como náufragos desamparados, a menos que hagamos de Dios nuestro refugio y
sostén.
Cada creyente debe despojarse del yo. Nuestra manera de hacer las cosas y
nuestros planes e ideas pueden no ser las que Dios aprueba; por eso, debemos
mantenernos en los caminos del Señor para hacer su voluntad y convertirlo en
nuestro Consejero. Entonces, desprovistos del yo, actuaremos por fe.—
The Review
and Herald, 24 de diciembre de 1889
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