Todo el cielo interesado en la salvación, 27 de junio
Que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, no tomándoles
en cuenta a los hombres sus pecados, y nos entregó a nosotros la palabra de
la reconciliación.
2 Corintios 5:19
.
En el ministerio de rescatar a los perdidos, los hombres y los ángeles deben
trabajar en armonía enseñando la verdad de Dios a los que todavía no la conocen,
a fin de que puedan verse libres de las ataduras del pecado. Sólo la verdad puede
producir esta liberación. La libertad resultante del conocimiento del mensaje debe
ser proclamada a toda criatura. Nuestro Padre celestial, Jesucristo y los ángeles
del cielo están interesados en esta obra grandiosa y santa.
Al hombre se le ha concedido el exaltado privilegio de manifestar el carácter
divino por intermedio de la abnegación que requiere la tarea de rescatar a los
que fueron arrojados al pozo de la ruina. Cada uno que desee someterse a la
iluminación del Espíritu Santo será usado para realizar este propósito divinamente
concebido. Cristo es la cabeza de la iglesia y él será más glorificado si cada sector
de la feligresía participa en la obra de la salvación...
Hay más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente que por los noventa
y nueve que no necesitan arrepentimiento. Cuando escuchemos acerca del éxito
que tuvo la proclamación del mensaje en cualquier lugar, toda la iglesia debería
expresar su regocijo mediante himnos de alabanza y oraciones elevadas a Dios.
Que el nombre del Señor sea glorificado por nosotros, a fin de que recibamos
más inspiración y celo para seguir colaborando con él en esta obra. El Señor nos
insta a cumplir con el mandato: “Id por todo el mundo, y predicad el evangelio a
toda criatura”.
Marcos 16:15
. Sin embargo, debemos darle más lugar a la obra del
Espíritu Santo a fin de poder actuar de concierto y así el cuerpo de soldados de
Cristo pueda avanzar más resueltamente.
Que todos los miembros lleguen “a ser espectáculo al mundo, a los ángeles
y a los hombres”.
1 Corintios 4:9
. Por lo tanto, cada uno debería preguntar con
humildad y temor: ¿Cuál es mi puesto del deber? La total dedicación al servicio
de Dios pondrá en evidencia la modeladora influencia del Espíritu Santo en cada
etapa del camino.—
The Review and Herald, 16 de julio de 1895
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