Agentes de Dios, 2 de julio
¿Qué, pues, es Pablo, y qué es Apolos? Servidores por medio de los cuales
habéis creído; y eso según lo que a cada uno concedió el Señor.
1 Corintios
3:5
.
No todos los siervos de Dios poseen los mismos dones, pero todos son sus
obreros, y deben aprender del gran Maestro para poder comunicar lo que han
aprendido. Tampoco todos realizan la misma tarea, pero bajo la influencia san-
tificadora del Espíritu Santo son agentes de Dios y como tales necesitan una
diversidad de dones en su obra de rescatar servidores del ejército de Satanás.
“Y el que planta y el que riega son una misma cosa; aunque cada uno recibirá
su recompensa conforme a su labor”.
1 Corintios 3:8
. El Señor, y no el hombre,
es el juez de las obras humanas, y él dará a cada uno su recompensa justa. No es
tarea de ningún ser humano constituirse en juez entre los distintos siervos de Dios.
Sólo el Señor es juez y galardonador de cada buena obra.
“El que planta y el que riega son una misma cosa”, y están ocupados en la
misma tarea, la salvación de las personas. “Porque nosotros somos colaboradores
de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios”.
1 Corintios 3:9
. En
estas palabras, la iglesia es comparada con un campo de cultivo en el cual deben
trabajar los labradores cuidando las vides plantadas por el Señor, y también a un
edificio que se convertirá en el santo templo del Señor. Cristo es el obrero maestro.
Todos deben trabajar bajo su supervisión, permitiéndole obrar a él en favor de sus
servidores, y también mediante ellos. El les da tacto y destreza, y, si obedecen sus
instrucciones, coronará con éxito su labor.
Nadie debe quejarse contra Dios, quien ha señalado a cada hombre su tarea.
El que murmura y se enoja, el que quiere seguir su propio camino, y el que desea
modelar a sus compañeros de trabajo de acuerdo con sus propias ideas, necesita el
toque divino antes de estar calificado para actuar en cualquier línea de trabajo. A
menos que sea transformado, seguramente echará a perder la obra.
Recuerden que somos obreros junto con Dios. El es el motor eficaz, todopode-
roso. Sus siervos son sus instrumentos.—
The Review and Herald, 11 de diciembre
de 1900
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