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Lenguas: para predicar el evangelio, 15 de julio
Así también vosotros, si por la lengua no diereis palabra bien comprensible,
¿cómo se entenderá lo que decís? Porque hablaréis al aire. Tantas clases de
idiomas hay, seguramente, en el mundo, y ninguno de ellos carece de
significado. Pero si yo ignoro el valor de las palabras, seré como extranjero
para el que habla, y el que habla será como extranjero para mí.
1 Corintios
14:9-11
.
Los ministros que sirven con la palabra y la doctrina deberían ser obreros
cabales, y presentar la verdad en toda su pureza, pero con sencillez. Deberían
también alimentar al rebaño con alimento limpio, debidamente aventado. Hay
estrellas errantes que profesan ser ministros enviados por Dios, que predican el
sábado de un lugar a otro, pero al tener la verdad mezclada con el error, confunden a
la gente con su mezcolanza de posiciones discordantes. Satanás los ha introducido
para fastidiar a los incrédulos que son inteligentes y sensibles.
Algunos de ellos hablan mucho acerca de los dones, y a menudo causan mucha
ansiedad. Se entregan a emociones turbulentas y excitantes y producen sonidos
ininteligibles que ellos llaman el don de lenguas. Cierta clase de personas parecen
quedar encantadas con estas extrañas manifestaciones. Un espíritu raro conduce a
esta gente. Están listos para aplastar y pasar por sobre cualquiera que los reprenda.
El Espíritu de Dios no está en esa actitud y tampoco ayuda a tales obreros. Tienen
otro espíritu, y sin embargo, dichos predicadores logran éxito con ese tipo de
personas. Esto aumentará grandemente el trabajo de los siervos a quienes Dios
enviará, y que están calificados para presentar el sábado y los dones de manera
apropiada a la gente, y cuya influencia y ejemplo son dignos de imitar.
La verdad debería ser presentada de una forma que la haga atractiva a las men-
tes inteligentes. No somos comprendidos como pueblo, sino que nos consideran
como pobres, de mente débil, baja y degradada. Por esto, cuán importante es que
en todos los que enseñan, y cuantos crean la verdad, sean muy evidentes los efectos
de una influencia santificadora, y que sus vidas nobles y consecuentes muestren a
los no creyentes que ellos han sido engañados con respecto a este pueblo. Cuán
grande es la importancia de que se elimine de la causa de la verdad todo lo que
parezca una excitación falsa y fanática; que la verdad se levante sobre sus propios
méritos y revele su verdadera pureza y carácter exaltado.—
Testimonies for the
Church 1:414
.
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