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Colportores dotados para testificar, 26 de julio
Sirviendo al Señor con toda humildad, y con muchas lágrimas, y pruebas
que me han venido por las asechanzas de los judíos; y cómo nada que fuese
útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente y por las casas.
Hechos 20:19, 20
.
Por la luz que Dios me ha dado, descansa mucha responsabilidad sobre los col-
portores. Ellos deberían salir a su trabajo preparados para explicar las Escrituras, y
no deberían decir o hacer nada que ate sus manos. Si ellos ponen su confianza en el
Señor mientras viajan de un lugar a otro, los ángeles de Dios los rodearán; pondrán
en sus labios palabras que traigan luz, esperanza y valor a muchas personas. Si no
fuera por la obra de los colportores, muchos nunca oirían la verdad.
De todos los dones que Dios ha dado al hombre, ninguno es más noble ni
de una bendición mayor que el don del habla, si es santificado por el Espíritu
Santo. Con la lengua convencemos y persuadimos; con ella ofrecemos oraciones
y alabanza a Dios, y con ella transmitimos valiosos pensamientos acerca del amor
del Redentor. Mediante esta obra el colportor puede esparcir semillas de verdad,
iluminando muchas mentes con la luz de la Palabra de Dios.
Sinceramente espero que ninguna mente reciba la impresión de que un ministro
del evangelio se empequeñece cuando colporta. Escuchen el testimonio del apóstol
Pablo: “Vosotros sabéis cómo me he comportado entre vosotros todo el tiempo,
desde el primer día que entré en Asia, sirviendo al Señor con toda humildad, y con
muchas lágrimas, y pruebas que me han venido por las asechanzas de los judíos;
y cómo nada que fuese útil he rehuido de anunciaros y enseñaros, públicamente
y por las casas, testificando a judíos y a gentiles acerca del arrepentimiento para
con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo”.
Hechos 20:18-21
. El elocuente
Pablo, a quien Dios se manifestó en forma notable, iba de casa en casa, con toda
humildad de corazón, y con muchas lágrimas y pruebas.—
The Home Missionary,
1 de noviembre de 1896
.
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