El líder: llamado a la dedicación, 10 de agosto
Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quién sirváis; si a los
dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado
del río, o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis; pero yo y mi
casa serviremos a Jehová.
Josué 24:15
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Siento un interés especial en los movimientos y las decisiones que se harán
en este congreso [Congreso de la Asociación General de 1901] con respecto
a las cosas que deberían haberse hecho años atrás, y especialmente hace diez
años, cuando estuvimos reunidos en congreso y el Espíritu y el poder de Dios
descendieron sobre nuestra reunión, dando testimonio de que Dios estaba listo para
obrar en favor de este pueblo si hubiera manifestado la disposición de trabajar...
La luz que me fue dada entonces era que si esta iglesia alcanzaba un nivel más
alto que cualquier otro pueblo sobre la faz de la tierra, debería ser leal y representar
correctamente la verdad. El poder santificador de la verdad, revelado en sus vidas,
habría de distinguirlos del mundo. Tenían que sostenerse con dignidad moral,
manteniendo una conexión tan estrecha con el cielo que el Señor Dios de Israel
pudiera darles un lugar sobre la tierra.
Año tras año se reconoció lo mismo, pero no se han visto los principios que
exaltan a un pueblo entretejidos con la obra. Dios les dio clara luz tanto acerca de
lo que deberían como de lo que no debían hacer, pero ellos se apartaron de esa
orientación; me maravillo que todavía tengamos tanta prosperidad como la que
gozamos hoy. Es por la gran misericordia de nuestro Dios, no por nuestra justicia,
que su nombre no es deshonrado en el mundo...
La Palabra de Dios ha de ser nuestra guía. ¿Le han hecho caso? De ningún
modo los testimonios han de tomar el lugar de la Biblia. Deben conducirnos a la
Palabra descuidada para que podamos comer las palabras de Cristo, alimentarnos
con ellas, y con una fe viva podamos ser edificados gracias a lo que ingerimos
como alimento. Si vivimos en obediencia a Cristo y su Palabra, comeremos las
hojas del árbol de la vida, que son para la sanidad de las naciones.—
The General
Conference Bulletin, 3 de abril de 1901
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