Página 252 - Recibir

Basic HTML Version

La obra de publicaciones, 21 de agosto
Y él me dijo: Es necesario que profetices otra vez sobre muchos pueblos,
naciones, lenguas y reyes.
Apocalipsis 10:11
.
Nuestra obra de publicaciones se estableció según las instrucciones de Dios
y bajo su dirección especial. Fue fundada para alcanzar un objetivo preciso. Los
adventistas del séptimo día han sido elegidos por Dios como pueblo particular,
separado del mundo. Con el gran instrumento de la verdad, los ha sacado de la
cantera del mundo y los ha relacionado consigo. Ha hecho de ellos representantes
suyos, y los ha llamado a ser sus embajadores durante esta última fase de la obra
de salvación. Les ha encargado que proclamen al mundo la mayor suma de verdad
que se haya confiado alguna vez a seres mortales, las advertencias más solemnes
y terribles que Dios haya enviado alguna vez a los hombres. Y nuestras casas
publicadoras se cuentan entre los medios más eficaces para realizar esta obra.
Estas instituciones deben ser testigos para Dios y enseñar la justicia al mundo.
La verdad debe resplandecer de ellas como una antorcha. Deben emitir constan-
temente en las tinieblas del mundo rayos de luz que adviertan a los hombres los
peligros que los exponen a la destrucción, y parecerse así a la poderosa luz de un
faro edificado en una costa peligrosa.
Las páginas impresas que salen de nuestras casas publicadoras, deben preparar
a un pueblo para ir al encuentro de su Dios. En el mundo entero, estas instituciones
deben realizar la misma obra que hizo Juan el Bautista en favor de la nación judía.
Mediante solemnes mensajes de amonestación, el profeta de Dios arrancaba a los
hombres de sus sueños mundanos. Por su medio, Dios llamó al arrepentimiento
al apóstata Israel. Por la presentación de la verdad desenmascaraba los errores
populares. En contraste con las falsas teorías de su tiempo, la verdad resaltaba de
sus enseñanzas con certidumbre eterna. “Arrepentíos, que el reino de los cielos
se ha acercado”.
Mateo 3:2
. Tal era el mensaje de Juan. El mismo mensaje debe
ser anunciado al mundo hoy por las páginas impresas que salen de nuestras casas
editoras.—
Joyas de los Testimonios 3:140, 141
.
[245]
248