Consejo a los líderes, 25 de agosto
Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por
fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo
pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado,
sino siendo ejemplos de la grey.
1 Pedro 5:2, 3
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Se me ha instruido que diga a nuestros hermanos ministros: Que los mensajes
que salen de sus labios estén cargados con el poder del Espíritu de Dios. Si alguna
vez hubo un tiempo en que era necesaria la conducción especial del Espíritu Santo,
ese tiempo es ahora. Necesitamos una completa consagración. Es tiempo de que
demos al mundo una demostración del poder de Dios en nuestras propias vidas y
ministerio.
El Señor desea ver la proclamación del mensaje del tercer ángel llevada ade-
lante con eficiencia creciente. Como él ha actuado en todas las épocas para dar
victorias a su pueblo, así también en este tiempo anhela llevar a una culminación
triunfante sus propósitos para la iglesia. Pide a los santos creyentes que avancen
unidos, creciendo continuamente en fuerza, y que vayan de la fe a una mayor
seguridad y confianza en la verdad y la justicia de su causa.
Debemos mantenernos firmes como una roca sobre los principios de la Palabra,
recordando que Dios está con nosotros a fin de darnos poder para afrontar cada
nueva experiencia. Mantengamos siempre en nuestra vida los principios de la
justicia, para que podamos avanzar cada vez con mayor fuerza en el nombre del
Señor. Hemos de tener por muy sagrada la fe que ha sido establecida por la ins-
trucción y la aprobación del Espíritu de Dios desde nuestras primeras experiencias
hasta el presente. Tenemos que atesorar como muy preciosa la obra que el Señor
ha estado llevando adelante mediante su pueblo que guarda los mandamientos, el
cual, en virtud del poder de su gracia, crecerá en fuerza y eficiencia a medida que
el tiempo avance.
El enemigo está procurando nublar el discernimiento del pueblo de Dios y
debilitar su eficiencia; pero, si trabajan de acuerdo con la dirección del Espíritu
de Dios, él abrirá puertas de oportunidad ante ellos para la tarea de edificar los
desiertos antiguos. Su experiencia será de crecimiento constante, hasta que el
Señor descienda del cielo con poder y grande gloria para poner su sello de triunfo
final sobre sus fieles.—
The Review and Herald, 12 de junio de 1913
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