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Dorcas, 26 de setiembre
Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere
decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía.
Hechos 9:36
.
En Jope, cerca de Lida, vivía una mujer llamada Dorcas, cuyas buenas obras
la habían hecho muy amada. Como digna discípula de Jesús, su vida estaba llena
de actos bondadosos. Sus hábiles dedos eran más activos que su lengua. Ella sabía
quien necesitaba vestimenta confortable y quién necesitaba simpatía, y ministraba
generosamente a los pobres y dolientes.
“Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió”.
Hechos 9:37
. La iglesia
de Jope se dio cuenta de la pérdida que había sufrido. Y en vista de la vida de
servicio que había vivido Dorcas, no es sorprendente que se lamentaran o que
cayeran cálidas lágrimas sobre su cuerpo inanimado.
Oyendo que Pedro estaba en Lida, los creyentes de Jope le enviaron mensajeros
“a rogarle: No tardes en venir a nosotros”.
Hechos 9:38
.
“Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron a la
sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los
vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas”.
Hechos 9:39
.
Pedro ordenó que los amigos que lloraban salieran de la habitación, y arro-
dillándose oró fervientemente a Dios para que restaurara a Dorcas a la vida.
Dirigiéndose al cuerpo dijo: “Tabita, levántate. Y ella abrió los ojos, y al ver a
Pedro, se incorporó”.
Hechos 9:40
.
Dorcas era de gran utilidad para la iglesia, y Dios vio conveniente devolverla
desde la tierra del enemigo, para que sus habilidades y energía constituyeran una
bendición para otros, y para que, por medio de esta manifestación de su poder, la
causa de Cristo pudiera ser fortalecida.—
The Review and Herald, 6 de abril de
1911
.
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