Página 31 - Recibir

Basic HTML Version

El espíritu nos visita, 22 de enero
En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de
vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu
Santo de la promesa.
Efesios 1:13
.
Mediante la profunda acción del Espíritu de Dios me fue mostrado el ministerio
de visitación del Espíritu Santo. Me alertó acerca de los peligros a que se verán
expuestos los creyentes. Habrán de encarar los más fieros asaltos del enemigo,
quien los presionará con tentaciones destinadas a neutralizar la obra del Espíritu
de Dios. Su propósito es impedir que las importantes verdades presentadas por
el Espíritu Santo purifiquen y santifiquen a los que recibieron la luz celestial,
y para que Cristo no pueda ser glorificado en ellos. La oportunidad de contar
con una mayor luz celestial, pero ésta no es apreciada como sagrada y ni se le
permite actuar, producirá oscuridad espiritual. Además, si el creyente no valora las
impresiones hechas por el Espíritu de Dios, desaparecerá de la mente el terreno
santo que ocupaba.
Los que estén dispuestos a realizar avances en su conocimiento espiritual,
deben permanecer junto a la fuente de Dios para beber una y otra vez del pozo de
la salvación que les ha sido abierto gratuitamente. Nunca deben abandonar este
manantial que refresca, para que su corazón, pletórico de gratitud y amor, sea un
exponente de la bondad y de la compasión de Dios. Continuamente deben beber
del líquido vital...
“Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis”.
Juan 6:36
. En el
caso de muchos, esto se ha cumplido literalmente. A pesar de que el Señor les
ha dado a conocer la verdad, les ha mostrado su carácter misericordioso y los ha
iluminado, se vuelven incrédulos y no les importa todas esas manifestaciones de
compasión y amor. Percibieron la profunda obra del Espíritu de Dios; sin embargo,
cuando fueron objetos de las tentaciones insidiosas de Satanás, que generalmente
ataca después de un período de reavivamiento, no resistieron la prueba hasta la
muerte. Por no compartir la luz que recibieron, pudiendo haber estado en terreno
ventajoso, fueron aplastados por el enemigo. Deberían haber obrado y procedido
en armonía con las sagradas revelaciones del Espíritu Santo, pero, al no hacerlo,
sufrieron gran pérdida.—
The Review and Herald, 30 de enero de 1894
.
[33]
27