Un templo para el espíritu, 3 de febrero
¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en
vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido
comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro espíritu, los
cuales son de Dios.
1 Corintios 6:19, 20
.
Un poder ajeno y superior al hombre debe actuar sobre él para que en la
edificación del carácter se utilicen materiales sólidos. Dios habita en el santuario
del hombre. “¿Y qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos? Porque
vosotros sois el templo del Dios viviente, como Dios dijo: Habitaré y andaré entre
ellos, y seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”.
2 Corintios 6:16
. “¿No sabéis
que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno
destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el
cual sois vosotros, santo es”.
1 Corintios 3:16, 17
.
“Porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Es-
píritu al Padre. Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos
de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento
de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo
en el Señor; en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de
Dios en el Espíritu”.
Efesios 2:18-22
.
El hombre no puede hacer de sí mismo un templo, a menos que se valga de la
cooperación de Dios. El Señor tampoco puede hacer nada si la voluntad humana no
se une con la del Omnipotente. Siendo que Jesús es el principal obrero, el agente
humano debe trabajar con él para que se pueda completar el edificio celestial.
Todo el poder y la gloria pertenecen a Dios, mientras que toda la responsabilidad
descansa en el agente humano. Dios no puede hacer nada sin la cooperación del
creyente.—
The Review and Herald, 25 de octubre de 1892
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