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Bondad, 13 de marzo
Abre su boca con sabiduría, y la ley de clemencia está en su lengua.
Proverbios 31:26
.
En la gran obra de vencer y de subyugar el egoísmo, el Señor está dispuesto a
proporcionar ayuda a quien la necesita. Permita que en sus labios esté la ley de la
bondad y que su corazón tenga el aceite de la gracia. Esto producirá maravillosos
resultados. Llegará a ser tierno, compasivo y cortés. Usted necesita todas estas
virtudes. El Espíritu Santo debe ser recibido e incorporado a su carácter. Entonces
será como fuego santo, cuyo incienso se elevará a Dios, no de labios que condenan,
sino como un agente sanador para el creyente. Su semblante será una expresión
de la imagen divina.
No deberían pronunciarse agudezas hirientes, ni palabras ásperas, severas o
de crítica. Esto es fuego extraño, y debe dejarse fuera de las reuniones y del trato
con los hermanos. Dios requiere que cada creyente encienda su incensario con
carbones de fuego santo. Las palabras ordinarias, crueles, severas y duras que tan
rápidamente brotan de los labios, deben desecharse para que el Espíritu de Dios
pueda hablar por intermedio del agente humano. Si contempla el carácter de Cristo
usted será transformado a su semejanza. Únicamente la gracia de Jesús es capaz
de cambiar su corazón para que pueda reflejar la imagen de Cristo. Para poder ser
semejantes a él, Dios nos invita a ser puros, santos y sin mancha. Debemos tener
la imagen divina...
Podremos hablar de la bendición del Espíritu y hasta orar para recibirlo, pero,
a menos que actúe en el hombre, será evidente que ese agente divino no está en
su corazón. Cuando el Espíritu moldea y prepara el carácter a la semejanza de
Cristo, esto será puesto en evidencia en forma inconfundible en cada palabra que
se expresa y en todo lo que se hace. Esta realidad permite demostrar al mundo la
diferencia abismal que existe entre los hijos de luz y los hijos de las tinieblas. El
Señor desea que en forma inflexible permanezcamos identificados con la fe que
una vez fue dada a los santos. Debemos decir la verdad con amor. Nuestro gran
Maestro dice: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso
y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo
es fácil, y ligera mi carga”.
Mateo 11:29, 30
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Carta 84, 1899
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