Página 104 - Servicio Cristiano (1981)

Basic HTML Version

100
Servicio Cristiano
Dios. En verdad, no tenían que hacer confesiones como las de los
viles, bajos y corrompidos; pero, como la higuera, eran malditos
porque no llevaron frutos, porque no aprovecharon los talentos que
se les habían confiado. Esta clase había hecho de su
yo
algo supremo,
y había trabajado solamente en favor de sus intereses egoístas. No
eran ricos para con Dios ni habían respondido a sus derechos sobre
ellos. Aunque profesaban ser siervos de Cristo, no le llevaron almas.
Si la causa de Dios hubiese dependido de sus esfuerzos, habría lan-
guidecido; porque no solamente retenían los recursos que Dios les
había prestado, sino que se retenían a sí mismos. ... Habían dejado
que otros hiciesen la obra de la viña del Señor y llevasen las más
pesadas responsabilidades, mientras que ellos servían egoístamente
sus propios intereses temporales. ...
El juez dijo: “Todos serán justificados por su fe y juzgados por
sus obras.” ¡Cuán vívidamente aparecía entonces su negligencia y
cuán prudente el arreglo de Dios al dar a cada uno una obra que hacer
para promover la causa y salvar a sus semejantes! Cada uno debía
manifestar una fe viva entre su familia y su vecindario, revelando
bondad hacia los pobres, simpatía hacia los afligidos, dedicándose a
la obra misionera y ayudando a la causa de Dios con sus recursos.
[112]
Pero, como en el caso de Meroz, la maldición de Dios descansaba
sobre ellos por lo que no habían hecho. Habían amado el trabajo que
les producía el mayor provecho en esta vida y frente a sus nombres,
en el libro mayor dedicado a las buenas obras, había un lamentable
espacio en blanco.—
Joyas de los Testimonios 1:520-522
.
Se exige más de nosotros que de nuestros padres
Resplandece sobre nosotros una luz mayor que la que ilumi-
nó a nuestros padres. No podemos ser aceptados ni honrados por
Dios prestando el mismo servicio o haciendo las mismas obras que
nuestros padres. Para ser aceptados y bendecidos por Dios, como lo
fueron ellos, debemos imitar su fidelidad y celo, aprovechar nuestra
luz como ellos aprovecharon la suya, y obrar como ellos habrían
obrado si hubiesen vivido en nuestros días. Debemos andar en la luz
que resplandece sobre nosotros. De otra manera esa luz se trocará
en tinieblas.—
Joyas de los Testimonios 1:90, 91
.