Página 105 - Servicio Cristiano (1981)

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El despertar
101
Una exhortación a la iglesia perezosa
Es un misterio que no haya cientos de personas trabajando donde
ahora hay sólo una. El universo celestial está pasmado de la apatía,
la frialdad y la indiferencia de los que profesan ser hijos e hijas de
Dios. En la verdad hay un poder vivo.—
Testimonies for the Church
9:42
.
Nunca podremos ser salvados en la indolencia y la inactividad.
Una persona verdaderamente convertida no puede vivir una vida
inútil y estéril. No es posible que vayamos al garete y lleguemos
al cielo. Ningún holgazán puede entrar allí. ... Los que rehusan
cooperar con Dios en la tierra, no cooperarían con él en el cielo.
No sería seguro llevarlos al cielo.—
Lecciones Prácticas del Gran
Maestro, 256
.
[113]
Todo el cielo está mirando con intenso interés a la iglesia, para
ver lo que sus miembros individuales están haciendo para iluminar
a los que se hallan en tinieblas.—
The Review and Herald, 27 de
febrero de 1894
.
Debéis considerar solemnemente que estáis tratando con el gran
Dios, y recordar siempre que él no es un niño para jugar con él. No
podéis ocuparos en su servicio a voluntad, y abandonarlo cuando os
plazca.—
Testimonies for the Church 2:221
.
Las inteligencias divinas han estado aguardando para cooperar
con los agentes humanos, pero no hemos discernido su presencia.—
Testimonies for the Church 6:297
.
Los ángeles del cielo han esperado por mucho tiempo la colabo-
ración de los agentes humanos—de los miembros de la iglesia—en
la gran obra que debe hacerse. Ellos os están esperando.—
Joyas de
los Testimonios 3:308
.
Muchos, muchos están aproximándose al día de Dios sin hacer
nada, rehusando las responsabilidades, y como resultado son enanos
espirituales. En lo que concierne a la obra de Dios, las páginas de la
historia de su vida presentan un registro doloroso. Son árboles en el
jardín de Dios, pero sólo son una molestia en el terreno, y oscure-
cen con sus copas improductivas el terreno que árboles fructíferos
podrían haber ocupado.—
The Review and Herald, 22 de mayo de
1888
.