Página 106 - Servicio Cristiano (1981)

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Servicio Cristiano
Hay peligro para los que hacen poco o nada para Cristo. La
gracia de Dios no permanecerá largo tiempo en el alma de aquel
que, teniendo grandes privilegios y oportunidades, permanece en
silencio.—
The Review and Herald, 22 de agosto de 1899
.
No hay tiempo para dormir ahora; no hay tiempo para inútiles
lamentos. El que se aventura a dormitar ahora perderá preciosas
oportunidades de hacer el bien. Se nos otorga el bendito privilegio de
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juntar gavillas en la gran siega; y toda alma salvada será una estrella
adicional en la corona de Jesús, nuestro adorable Redentor. ¿Quién
se muestra ansioso de deponer la armadura cuando perseverando en
la batalla un poco más logrará nuevas victorias y obtendrá nuevos
trofeos para la eternidad?—
The Review and Herald, 25 de octubre
de 1881
.
Los mensajeros celestiales están haciendo su obra: ¿pero qué
estamos haciendo nosotros? Hermanos y hermanas, Dios os pide
que redimáis el tiempo. Acercaos a Dios. Desarrollad el don que
hay en vosotros. Que aquellos que hayan tenido la oportunidad de
familiarizarse con las razones de nuestra fe, usen ahora este cono-
cimiento con algún propósito.—
Historical Sketches of the Foreign
Missions of the Seventh Day Adventist, 288
.
¿Cómo podéis vosotros, que repetís la oración del Padrenuestro:
“Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así tam-
bién en la tierra”, sentaros cómodamente en vuestros hogares sin
ayudar a conducir la antorcha de la verdad a otros? ¿Cómo podéis
levantar vuestras manos delante de Dios y pedir sus bendiciones
sobre vosotros y vuestras familias, cuando estáis haciendo tan poco
para ayudar a otros?—
Historical Sketches of the Foreign Missions
of the Seventh Day Adventist, 288
.
Hay entre nosotros quienes, si tomasen tiempo para considerarlo,
mirarían su posición indolente como un descuido pecaminoso de
los talentos que Dios les ha dado. Hermanos y hermanas, vuestro
Redentor y todos los santos ángeles se entristecen por la dureza de
vuestro corazón. Cristo dió su vida para salvar almas, y, sin embargo,
vosotros que habéis conocido su amor hacéis muy poco esfuerzo
para impartir las bendiciones de su gracia a aquellos por quienes él
murió. Semejante indiferencia y negligencia del deber asombra a
los ángeles. En el juicio tendréis que encontraros con las almas a
quienes descuidasteis. En aquel gran día, os sentiréis convencidos y