Página 108 - Servicio Cristiano (1981)

Basic HTML Version

104
Servicio Cristiano
¡Cuán terrible será en aquel gran día final encontrar que aquellos
con los cuales nos hemos asociado familiarmente son separados para
siempre de nosotros; ver a los miembros de nuestras familias, tal vez
a nuestros propios hijos perdidos; ver a aquellos que han visitado
nuestros hogares, y comido en nuestra mesa, entre los réprobos.
Entonces nos haremos esta pregunta: ¿Se debió a mi impaciencia, a
mi disposición poco cristiana; fué por causa de que el yo no estaba
dominado, por lo que la religión de Cristo llegó a ser desabrida para
ellos?
El mundo será amonestado sobre la pronta venida del Señor.
Tenemos sólo poco tiempo para trabajar. Han pasado a la eternidad
años que debían haber sido aprovechados en buscar primeramente
el reino de Dios y su justicia, y en difundir la luz. Dios llama ahora
a sus hijos que tienen gran luz y están establecidos en la verdad, a
quienes se ha dedicado mucho trabajo, a obrar en su propio favor
y en favor de otros como nunca antes lo han hecho. Haced uso de
toda capacidad; ejercitad toda facultad, todo talento que os haya
sido confiado; usad toda la luz que Dios os ha dado para hacer bien
a otros. No tratéis de haceros predicadores, sino haceos más bien
ministros para Dios.—
The Southern Watchman, 20 de junio de 1905
.
Ilustraciones vigorosas
El amor divino ha sido conmovido hasta sus profundidades in-
sondables por causa de los hombres, y los ángeles se maravillan
[117]
al contemplar una gratitud meramente superficial en los objetos de
un amor tan grande. Los ángeles se maravillan al ver el aprecio
superficial que tienen los hombres por el amor de Dios. El cielo se
indigna al ver la negligencia manifestada en cuanto a las almas de
los hombres. ¿Queremos saber cómo lo considera Cristo? ¿Cuáles
serían los sentimientos de un padre y una madre si supiesen que su
hijo, perdido en el frío y la nieve, había sido pasado de lado y que
lo dejaron perecer aquellos que podían haberlo salvado? ¿No esta-
rían terriblemente agraviados, indignadísimos? ¿No denunciarían
a aquellos homicidas con una ira tan ardiente como sus lágrimas,
tan intensa como su amor? Los sufrimientos de cada hombre son
los sufrimientos del Hijo de Dios, y los que no extienden una mano