Página 131 - Servicio Cristiano (1981)

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Los métodos
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defensa.—
Consejos para los Maestros Padres y Alumnos acerca de
la Educación Cristiana, 417
.
Mis hermanos y hermanas, visitad a los que viven cerca de voso-
tros, y por la simpatía y la bondad procurad alcanzar sus corazones.
Aseguraos de trabajar de una manera que quite el prejuicio en lugar
de crearlo. Y recordad que aquellos que conocen la verdad para este
tiempo, y, sin embargo, limitan sus esfuerzos a sus propias iglesias,
rehusando trabajar para sus vecinos inconversos, serán llamados a
rendir cuenta de sus deberes no cumplidos.—
Testimonies for the
Church 9:34
.
En esta primera gira, los discípulos debían ir solamente adonde
Jesús había estado antes y había conquistado amigos. Su preparación
para el viaje había de ser de lo más sencilla. No debían permitir
que cosa alguna distrajese su atención de su gran obra, despertase
oposición o cerrase la puerta a labores ulteriores. No debían adoptar
la indumentaria de los maestros religiosos, ni usar atavíos que los
distinguiesen de los humildes campesinos. No debían entrar en las
sinagogas y convocar a las gentes a cultos públicos; sus esfuerzos
debían limitarse al trabajo de casa en casa. No habían de malgastar
tiempo en saludos inútiles, ni en ir de casa en casa para ser agasa-
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jados. Pero en todo lugar debían aceptar la hospitalidad de los que
fuesen dignos, de los que les diesen bienvenida cordial como si reci-
biesen al mismo Jesús. Debían entrar en la morada con el hermoso
saludo: “Paz sea a esta casa”. Ese hogar iba a ser bendecido por sus
oraciones, sus cantos de alabanza, y la presentación de las Escrituras
en el círculo de la familia.—
El Deseado de Todas las Gentes, 304,
305
.
Visitad a vuestros vecinos de una manera amigable y trabad
relación con ellos... Los que no realizan esta obra, los que actúan
con la indiferencia que algunos han manifestado, perderán pronto
su primer amor, y comenzarán a censurar, criticar y condenar a sus
propios hermanos.—
The Review and Herald, 13 de mayo de 1902
.
Los esfuerzos del apóstol no se limitaban a la predicación pú-
blica; habría muchos que no podrían ser alcanzados de esa manera.
Pasaba mucho tiempo en el trabajo de casa en casa, aprovechando el
trato del círculo familiar. Visitaba a los enfermos y tristes, consolaba
a los afligidos y animaba a los oprimidos. En todo lo que decía y
hacía, magnificaba el nombre de Jesús. Así trabajaba “con flaqueza,