Página 135 - Servicio Cristiano (1981)

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Los métodos
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un poder. Tenemos que acercarnos a los que queremos mejorar.—
El
Discurso Maestro de Jesucristo, 36
.
Jesús veía en toda alma un ser al cual debía llamarse a su reino.
Alcanzaba el corazón de la gente yendo entre ella como quien desea
su bien. La buscaba en las calles, en las casas privadas, en los barcos,
en la sinagoga, a orillas del lago, en la fiesta de bodas. Se encontraba
con ella en sus vocaciones diarias y manifestaba interés en sus asun-
tos seculares. Llevaba sus instrucciones hasta la familia, poniéndola,
en el hogar, bajo la influencia de su presencia divina. Su intensa
simpatía personal le ayudaba a ganar los corazones.—
El Deseado
de Todas las Gentes, 125
.
Sólo el método de Cristo permitirá éxito en alcanzar al pueblo.
El Salvador se trataba con los hombres como alguien que deseaba su
bien. Les mostraba simpatía, atendía sus necesidades, y se ganaba
su confianza. Entonces les decía: “Seguidme”.—
El Ministerio de
Curación, 133
.
Hemos de obrar como lo hizo Cristo. Doquiera él estuviera: en
la sinagoga, junto al camino, en un bote algo alejado de tierra, en
el banquete del fariseo o en la mesa del publicano, hablaba a las
gentes de las cosas concernientes a la vida superior. Relacionaba la
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naturaleza y los acontecimientos de la vida diaria con las palabras de
verdad. Los corazones de sus oyentes eran atraídos hacia él porque
había sanado a sus enfermos, había consolado a los afligidos, y
tomando a sus niños en sus brazos, los había bendecido. Cuando
abría los labios para hablar, la atención se concentraba en él, y cada
palabra era para algún alma sabor de vida para vida.
Así debe ser con nosotros. Doquiera estemos, hemos de procurar
aprovechar las oportunidades que se nos presenten para hablar a
otros del Salvador. Si seguimos el ejemplo de Cristo en hacer bien,
los corazones se nos abrirán como se le abrían a él. No bruscamente,
sino con tacto impulsado por el amor divino, podremos hablarles de
Aquel que es “señalado entre diez mil”, y “todo él codiciable”. Esta
es la obra suprema en la cual podemos emplear el talento del habla.
Dicho talento nos ha sido dado para que podamos presentar a Cristo
como el Salvador que perdona el pecado.—
Lecciones Prácticas del
Gran Maestro, 309, 310
.
Su presencia introducía una atmósfera más pura en el hogar,
y su vida era como levadura que obrase entre los elementos de la