Página 136 - Servicio Cristiano (1981)

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Servicio Cristiano
sociedad. Inocente e inmaculado, andaba entre los irreflexivos, los
toscos y descorteses, entre los deshonestos publicanos, los temera-
rios pródigos, los injustos samaritanos, los soldados paganos, los
rudos campesinos y la turba mixta. Pronunciaba una palabra de sim-
patía aquí y otra allí, al ver a los hombres cansados, y sin embargo
obligados a llevar pesadas cargas. Compartía sus cargas, y les repetía
las lecciones que había aprendido de la naturaleza acerca del amor,
la bondad y la benignidad de Dios.
Enseñaba a todos a considerarse dotados de talentos preciosos
que, si los empleaban debidamente, les granjearían riquezas eternas.
Arrancaba toda vanidad de la vida, y por su propio ejemplo enseñaba
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que todo momento del tiempo está cargado de resultados eternos;
que ha de apreciarse como un tesoro, y emplearse con propósitos
santos. No pasaba por alto a ningún ser humano como indigno, sino
que procuraba aplicar a cada alma el remedio salvador. En cualquier
compañía donde se encontrase, presentaba una lección apropiada al
momento y las circunstancias. Procuraba inspirar esperanza a los
más toscos y menos promisorios, presentándoles la seguridad de
que podrían llegar a ser sin culpa e inocentes, y adquirir un carácter
que los revelase como hijos de Dios. Con frecuencia se encontraba
con aquellos que habían caído bajo el dominio de Satanás, y que no
tenían fuerza para escapar de su lazo. A una persona tal, desalentada,
enferma, tentada y caída, Jesús dirigía palabras de la más tierna
compasión, palabras que eran necesarias y podían ser comprendi-
das. A otros encontraba que estaban luchando mano a mano con el
adversario de las almas. Los estimulaba a perseverar, asegurándoles
que vencerían; porque los ángeles de Dios estaban de su parte y les
darían la victoria.—
El Deseado de Todas las Gentes, 73, 74
.
El reavivamiento espiritual y la labor personal combinados
Cuando ocurre un reavivamiento en las iglesias, se produce por-
que alguien busca fervorosamente la bendición de Dios. Tiene ham-
bre y sed de Dios; pide con fe, y recibe de acuerdo con ella. Empieza
a trabajar con fervor, sintiendo su gran dependencia del Señor, y
las almas se despiertan para buscar una bendición similar. Enton-
ces los corazones de los hombres disfrutarán de una experiencia de
refrigerio. La obra extensiva no será descuidada. Los planes más