Página 138 - Servicio Cristiano (1981)

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Servicio Cristiano
Mientras estaba en Efeso, Apolos “comenzó a hablar confiada-
mente en la sinagoga”. Entre los oyentes estaban Aquila y Priscila,
quienes, percibiendo que no había recibido todavía toda la luz del
Evangelio, “le tomaron, y le declararon más particularmente el ca-
mino de Dios”. Por su enseñanza, adquirió una comprensión más
clara de las Escrituras, y llegó a ser uno de los abogados más capaces
de la fe cristiana.—
Los Hechos de los Apóstoles, 218
.
Sed sociables
A todos los que trabajan con Cristo quiero decir: Cuandoquiera
que podáis obtener acceso a la gente en su hogar, aprovechad la
oportunidad. Tomad vuestra Biblia, y abrid ante las personas sus
grandes verdades. Vuestro éxito no dependerá tanto de vuestro saber
y talento como de vuestra capacidad para conquistar corazones.
Siendo sociables y acercándoos a la gente, podréis atraer la corriente
de sus pensamientos más fácilmente que por el discurso más capaz.
La presentación de Cristo en la familia, en el hogar o en pequeñas
reuniones en casas particulares, gana a menudo más almas para Jesús
que los sermones predicados al aire libre, a la muchedumbre agitada
o aun en salones o capillas.—
Obreros Evangélicos, 201
.
El ejemplo de Cristo, al vincularse con los intereses de la hu-
manidad, debe ser seguido por todos los que predican su Palabra y
por todos los que han recibido el Evangelio de su gracia. No hemos
de renunciar a la comunión social. No debemos apartarnos de los
demás. A fin de alcanzar a todas las clases, debemos tratarlas donde
se encuentren. Rara vez nos buscarán por su propia iniciativa. No
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sólo desde el púlpito han de ser los corazones humanos conmovidos
por la verdad divina. Hay otro campo de trabajo, más humilde tal
vez, pero tan plenamente promisorio. Se halla en el hogar de los
humildes y en la mansión de los encumbrados; junto a la mesa hos-
pitalaria, y en las reuniones de inocente placer social.—
El Deseado
de Todas las Gentes, 125
.
Cristo no era exclusivista, y había ofendido especialmente a los
fariseos al apartarse, en este respecto, de sus rígidas reglas. Halló
el dominio de la religión rodeado por altas murallas de separación,
como si fuera demasiado sagrado para la vida diaria, y derribó esos
muros de separación. En su trato con los hombres, no preguntaba: