Página 193 - Servicio Cristiano (1981)

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La recolección anual
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mención en el libro de Dios, la memoria de estos siervos perezosos
quedó señalada con oprobio, y se registró como advertencia para
todas las generaciones futuras.
En todo movimiento religioso habrá algunos que, aunque no
puedan negar que se trata de la obra de Dios, se mantendrán alejados,
rehusando hacer cualquier esfuerzo para hacerlo progresar. Pero en
empresas para promover sus intereses egoístas, estos hombres son
a menudo los obreros más enérgicos y activos. Bueno sería que
recordáramos el registro que se lleva en lo alto, el libro de Dios, en
el cual todos nuestros motivos y nuestras obras están escritas: el libro
en que no hay omisiones ni errores, y en base al cual hemos de ser
juzgados. Allí está fielmente asentada toda oportunidad para hacer
servicios para Dios que hayamos descuidado, y todo acto de fe y de
amor, por humilde que sea, será mantenido en eterno recuerdo.—
The
Southern Watchman, 5 de abril de 1904
.
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Dios llama a modernos Nehemías
Se necesitan Nehemías en la iglesia de nuestros días. No so-
lamente hombres que puedan predicar y orar, sino hombres cuyas
oraciones y sermones estén imbuidos de un propósito firme y vehe-
mente. El plan de acción seguido por este patriota hebreo en el
cumplimiento de sus propósitos debiera ser adoptado por los minis-
tros y dirigentes. Una vez hechos sus planes, debieran presentarlos
a la iglesia de tal manera que obtengan interés y cooperación. Que
los hermanos entiendan los planes y compartan la tarea, y tendrán
entonces un interés personal en su prosperidad. El éxito que acom-
pañó los esfuerzos de Nehemías muestra lo que pueden lograr la
oración, la fe y la acción sabia y enérgica. La fe viva promoverá la
acción enérgica. El espíritu que manifieste el director será en gran
parte reflejado por el pueblo. Si los directores que profesan creer
las solemnes e importantes verdades que han de probar al mundo
en este tiempo no manifiestan ardiente celo en preparar a un pueblo
para estar en pie en el día de Dios, no podemos esperar sino que la
iglesia sea descuidada, indolente y amante de los placeres.—
The
Southern Watchman, 29 de marzo de 1904
.
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