Página 196 - Servicio Cristiano (1981)

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Servicio Cristiano
viña y os ponga a trabajar, o que os traiga la viña a vosotros, a fin
de no experimentar ningún inconveniente en el trabajo? Esperaréis
en vano. Si eleváis vuestros ojos, veréis la mies madura, lista para
la siega, cualquiera sea la dirección en que observéis; encontraréis
trabajo que hacer cerca y lejos.
Pero, ¿de cuántos dirá Cristo en el día del juicio: “Buen siervo y
fiel”? Me pregunto cómo se deben sentir los ángeles cuando ven que
el fin se acerca, y aquellos que pretenden tener un conocimiento de
Dios y de Jesucristo a quien él ha enviado, se amontonan en un lugar,
lo colonizan, y asisten a las reuniones, sintiéndose insatisfechos si
no hay mucha predicación para beneficiar sus almas y fortalecer a
la iglesia, mientras ellos no hacen literalmente nada. ... Si sus pers-
pectivas temporales y financieras no son tan prósperas por mudarse
a localidades donde la verdad no ha sido proclamada, o donde ha
habido tan sólo un vacilante centelleo de la luz, ¿no estarán haciendo
precisamente la obra que Jesús ha hecho para salvarlos?—
Boletín
[225]
de la Asociación General, 1893, 131
.
Vemos la gran necesidad de obra misionera para llevar la verdad
no solamente a los países extranjeros, sino a las personas que viven
cerca de nosotros. A nuestro alrededor hay ciudades y pueblos en
los cuales no se hace ningún esfuerzo para salvar almas. ¿Por qué
no se establecen en estas ciudades y pueblos algunas familias que
conocen la verdad presente, para implantar allí el estandarte de
Cristo, trabajando con humildad, no según sus propios métodos, sino
según los métodos de Dios para llevar la luz a los que no la conocen?
Cuando la iglesia tenga verdaderamente el espíritu del mensa-
je, estas familias aplicarán todas sus energías a la obra de salvar a
las almas por las cuales Cristo murió. Entrarán en nuevos campos.
Algunos que no han sido ordenados al ministerio trabajarán como
colaboradores con Dios visitando las iglesias, tratando de fortalecer
lo que todavía queda y que está a punto de fenecer. Habrá miembros
laicos que se mudarán a pueblos y ciudades, y a lugares aparente-
mente apartados, para permitir que la luz que Dios les ha dado brille
e ilumine a los demás. Algunos de aquellos con quienes se encuen-
tren no parecerán ser las personas más promisorias, pero la única
pregunta será: ¿Llegarán a estar en armonía con Cristo? ¿Llegarán
a ser participantes de su espíritu, de manera que su influencia, por