La obra caritativa cristiana
            
            
              199
            
            
              Los que han estado ocupados en esta obra de ayuda cristiana han
            
            
              estado haciendo lo que el Señor desea que se haga, y él ha aceptado
            
            
              sus labores. Lo que se ha hecho en este ramo de trabajo es la obra con
            
            
              la cual todo adventista debe simpatizar de todo corazón y darle su
            
            
              respaldo práctico, uniéndose a ella con todo fervor. Al descuidar esta
            
            
              labor que se halla a nuestro alcance, al rehusar llevar estas cargas, la
            
            
              iglesia sufre una gran pérdida. Si ella hubiera emprendido el trabajo
            
            
              como debiera haberlo hecho, los hermanos habrían sido los medios
            
            
              de salvar a muchas almas.—
            
            
              Testimonies for the Church 6:295
            
            
              .
            
            
              Todos estos dones han de ser empleados en beneficiar a la huma-
            
            
              nidad, en aliviar a los dolientes y menesterosos. Debemos alimentar
            
            
              a los hambrientos, vestir a los desnudos, cuidar de la viuda y los
            
            
              huérfanos, servir a los angustiados y oprimidos. Dios no quiso nunca
            
            
              que existiese la extensa miseria que hay en el mundo. Nunca quiso
            
            
              que un hombre tuviese abundancia de los lujos de la vida mientras
            
            
              que los hijos de otros llorasen por pan. Los recursos que superan las
            
            
              necesidades reales de la vida, son confiados al hombre para hacer
            
            
              bien, para beneficiar a la humanidad. El Señor dice: “Vended lo que
            
            
              poseéis y dad limosna.” Sed “dadivosos”, comunicad “con facili-
            
            
              dad”. “Cuando haces banquete, llama a los pobres, los mancos, los
            
            
              cojos, los ciegos.” “Desatar las ligaduras de impiedad”, “deshacer
            
            
              los haces de opresión”, “dejar ir libres a los quebrantados”, “que
            
            
              rompáis todo yugo”. “Que partas tu pan con el hambriento”, que
            
            
              “a los pobres errantes metas en casa”. “Cuando vieres al desnudo,
            
            
              lo cubras.” Que sacies “el alma afligida”. “Id por todo el mundo;
            
            
              [234]
            
            
              predicad el Evangelio a toda criatura.” Estas son las órdenes del
            
            
              Señor. ¿Está haciendo esta obra el conjunto de los que profesan ser
            
            
              cristianos?—
            
            
              Lecciones Prácticas del Gran Maestro, 338, 339
            
            
              .
            
            
              Las buenas obras son el fruto que Cristo quiere que llevemos;
            
            
              las palabras bondadosas, los hechos de benevolencia, de tierna con-
            
            
              sideración para con el pobre, el necesitado, el afligido. Cuando los
            
            
              corazones simpatizan con otros corazones agobiados por el desáni-
            
            
              mo y el pesar, cuando la mano se extiende para ayudar al necesitado,
            
            
              cuando se viste a los desnudos, y el forastero recibe la bienvenida
            
            
              a vuestra casa y a vuestro corazón, los ángeles llegan muy cerca,
            
            
              y semejante acción halla respuesta en el cielo. Todo acto de justi-
            
            
              cia, misericordia y benevolencia, produce melodía en el cielo. El
            
            
              Padre desde su trono contempla a los que realizan estos actos de