Página 204 - Servicio Cristiano (1981)

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Servicio Cristiano
misericordia, y los cuenta entre sus más preciados tesoros. “Y se-
rán para mí especial tesoro, ha dicho Jehová de los ejércitos, en
el día que yo tengo de hacer.” Todo acto de misericordia hacia los
necesitados, los que sufren, es considerado como hecho a Jesús.
Cuando socorréis al pobre, simpatizáis con el afligido y el oprimido,
y amparáis al huérfano, os colocáis en una relación más estrecha con
Jesús.—
Testimonies for the Church 2:25
.
La obra de reunir a los menesterosos, los oprimidos, los dolien-
tes, los indigentes, es la obra que cada iglesia que cree la verdad
para este tiempo debiera haber estado haciendo desde hace mucho.
Debemos manifestar la tierna simpatía del samaritano y suplir las
necesidades físicas, alimentar a los hambrientos, traer a los pobres
sin hogar a nuestras casas, pedir a Dios cada día la gracia y la fuer-
za que nos habiliten para alcanzar las mismas profundidades de
la miseria humana y ayudar a aquellos que no pueden ayudarse.
Cuando hacemos esta obra, tenemos una oportunidad favorable para
presentar a Cristo el crucificado.—
Joyas de los Testimonios 2:514
.
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Muchos se preguntan por qué sus oraciones son tan inertes,
su fe tan débil y vacilante, su experiencia cristiana tan sombría e
incierta. “¿Qué aprovecha—dicen ellos—que guardemos su ley,
y que andemos tristes delante de Jehová de los ejércitos?” En el
(
capítulo 58
) de Isaías, Cristo demostró cómo puede cambiarse
este estado de cosas. ... Versículos 6, 7. Tal es la receta que Cristo
prescribió para el alma que desmaya, duda y tiembla. Levántense
los pesarosos, los que andan tristes delante del Señor, y socorran a
alguien que necesite auxilio.—
Joyas de los Testimonios 2:504
.
La gloria del cielo consiste en elevar a los caídos, consolar a
los angustiados. Siempre que Cristo more en el corazón humano,
se revelará de la misma manera. Siempre que actúe, la religión de
Cristo beneficiará. Dondequiera que obre, habrá alegría.—
Lecciones
Prácticas del Gran Maestro, 354
.
La viuda de Sarepta compartió su poco alimento con Elías; y
en pago fué preservada su vida y la de su hijo. Y a todos los que,
en tiempo de prueba y escasez, dan simpatía y ayuda a otros más
menesterosos, Dios ha prometido una gran bendición. El no ha
cambiado. Su poder no es menor hoy que en los días de Elías.—
La
Historia de Profetas y Reyes, 96
.