En la palabra de Dios se encuentra la verdadera educación
superior, 26 de abril
Adquiere sabiduría, adquiere inteligencia; no te olvides ni te apartes de las
razones de mi boca.
Proverbios 4:5
.
No hay tiempo ahora para llenar la mente con ideas falsas de lo que se llama
educación superior. No puede haber otra educación superior que la que viene
del Autor de la verdad. La Palabra de Dios debe ser nuestro estudio. Debemos
educar a nuestros hijos en las verdades que se encuentran en ella. Es un tesoro
inagotable, pero los hombres y las mujeres fracasan en encontrar ese tesoro porque
no escudriñan hasta que esté al alcance de su posesión. En esta Palabra se encuentra
sabiduría, sabiduría indisputable e inagotable, que no se originó en la mente finita
sino en la infinita.
Cuando los hombres y las mujeres estén dispuestos a ser instruidos como
niñitos, cuando se sometan completamente a Dios, encontrarán en las Escrituras
la ciencia de la educación. Cuando maestros y estudiantes entren en la escuela
de Cristo, para aprender de él, hablarán inteligentemente de educación superior,
porque entenderán que es ese conocimiento el que capacita a la gente para entender
la naturaleza de la ciencia.
Los que buscan con éxito el tesoro escondido, deben ascender a actividades
más elevadas que las cosas de este mundo. Sus afectos y todas sus facultades
deben ser consagrados a esta investigación. Los hombres y las mujeres de piedad y
talento pueden captar perspectivas de las realidades eternas, pero a menudo dejan
de entenderlas porque las cosas que se ven eclipsan la gloria de las que no se
ven. Muchos evalúan la sabiduría humana como más elevada que la sabiduría del
Maestro divino, y de esa manera el libro de texto de Dios es considerado como
pasado de moda, al punto que se lo evalúa como aburrido y anticuado. No es
considerado así por los que han sido vivificados por el Espíritu Santo. Ven el
tesoro inapreciable y venderían todo para comprar el campo que lo contiene...
Los que hacen de la Palabra de Dios su estudio, los que cavan en busca de
los tesoros de la verdad, apreciarán los importantes principios que enseña, y los
asimilarán. Como resultado, llegarán a estar imbuidos con el Espíritu de Cristo, y
por medio de la contemplación serán cambiados a su semejanza. La enseñarán
como discípulos que han estado sentados a los pies de Jesús y se han acostumbrado
a aprender de él, con el fin de poder conocer a Aquel cuyo conocimiento correcto
es vida eterna.—
The Review and Herald, 3 de julio de 1900
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