Cuando pasemos por pruebas, repasar la gran misericordia de
Dios, 21 de julio
Sustenta mis pasos en tus caminos, para que mis pies no resbalen. Yo te he
invocado, por cuanto tú me oirás, oh Dios; inclina a mí tu oído, escucha mi
palabra.
Salmos 17:5, 6
.
El Señor ordenó a Moisés que refiriese a los hijos de Israel cómo los había
librado del yugo de Egipto y les había conservado milagrosamente la vida en el
desierto. Moisés debía recordarles su incredulidad, sus murmuraciones cuando
fueron probados, así como la gran misericordia y tierna bondad del Señor que no
los abandonaron nunca. Ello debía estimular su fe y fortalecer su valor...
De igual importancia es hoy que el pueblo de Dios recuerde los lugares y las
circunstancias en que fue probado, en que su fe desfalleció, en que hizo peligrar su
causa por motivo de su incredulidad y confianza en sí mismo. La misericordia de
Dios, su providencia, sus libramientos inolvidables, deben ser recordados unos tras
otros. A medida que el pueblo de Dios repase así lo pasado, debe comprender que
el Señor repite su trato. Debe prestar atención a las advertencias que le son dadas
y guardarse de volver a caer en las mismas faltas. Renunciando a toda confianza
en sí mismos, los hijos de Dios deben confiar en él para que los guarde del pecado
que podría deshonrar su nombre. Cada vez que Satanás obtiene una victoria, hay
almas que peligran; algunos caen bajo sus tentaciones y no pueden recuperarse...
Dios manda pruebas para saber quiénes permanecerán fieles cuando estén
expuestos a la tentación. Coloca a cada uno en situaciones difíciles para ver si
confiará en una potencia superior. Cada uno posee rasgos de carácter todavía
ignorados y que deben ser puestos en evidencia por medio de la prueba. Dios
permite que quienes confían en sí mismos sean gravemente tentados, con el fin de
que puedan comprender su incapacidad.
Cuando sobrevienen pruebas; cuando vemos delante de nosotros no una gran
prosperidad, sino, por el contrario, una situación que exige algún sacrificio por
parte de todos, ¿cómo recibimos las insinuaciones de Satanás de que nos esperan
momentos extremadamente penosos? Si escuchamos lo que él nos sugiere, perde-
remos nuestra confianza en Dios... Debemos juntar las pruebas de las bendiciones
del cielo, las bendiciones ya recibidas de lo alto, y decir: “Señor, creemos en ti, en
tus siervos y en tu obra”.—
Joyas de los Testimonios 3:190, 191
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