Página 26 - Ser Semejante a Jes

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Una oración que nos incluye, 17 de enero
Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y
repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes”.
Lucas 23:24
.
Una gran multitud siguió al Salvador al Calvario, y muchos de sus integrantes
se burlaban de él y lo ridiculizaban; pero muchos lloraban y repetían sus alabanzas.
Los que habían sido sanados de diversas enfermedades, los que habían resucitado
de entre los muertos, se refirieron con voz fervorosa a sus maravillosas obras, y
manifestaron el deseo de saber qué había hecho para que se lo tratara como un
malhechor...
El Señor no formuló queja alguna; su rostro seguía pálido y sereno, pero
grandes gotas de sudor corrían por su frente. No hubo mano piadosa que enjugara
de su rostro el rocío de muerte, ni palabras de simpatía e inmutable fidelidad que
sostuvieran su corazón humano. Estaba pisando totalmente solo el lagar, y del
pueblo, nadie estuvo con él. Mientras los soldados llevaban a cabo su odiosa tarea,
y él sufría la más aguda agonía, oró por sus enemigos: “Padre, perdónalos, porque
no saben lo que hacen”.
Su mente se apartó de sus propios sufrimientos para pensar en el pecado
de sus perseguidores y en la terrible pero justa retribución que les caería. Se
compadeció de ellos en su ignorancia y su culpa. No invocó maldición alguna
sobre los soldados que lo maltrataban tan rudamente. No invocó venganza alguna
sobre los sacerdotes y príncipes, que fueron la causa de todo su sufrimiento y
que manifestaban una satisfacción maligna por haber logrado su propósito. Sólo
exhaló una súplica para que fuesen perdonados, “porque no saben lo que hacen”.
Si hubiesen sabido que estaban torturando intensamente a Aquel que había
venido para salvar a la raza pecaminosa de la ruina eterna, el remordimiento
y el horror se habrían apoderado de ellos. Pero su ignorancia no suprimió su
culpabilidad, porque habían tenido el privilegio de conocer y aceptar a Jesús como
su Salvador. Rechazaron toda evidencia, y no sólo pecaron contra el Cielo al
crucificar al Rey de gloria, sino también contra los sentimientos más comunes
de la humanidad al condenar a una muerte dolorosa a un hombre inocente. Jesús
estaba adquiriendo el derecho a ser el Abogado del hombre en la presencia del
Padre. Esa oración de Cristo por sus enemigos abarcaba al mundo. Abarcaba a
todo pecador que viviera hasta el fin del tiempo.—
The Spirit of Prophecy 3:152-
154
. Ver
El Deseado de Todas las Gentes, 693, 694
;
La Historia de la Redención,
229, 230
.
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