Página 313 - Ser Semejante a Jes

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El control del apetito debe comenzar en la niñez, 18 de octubre
El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian
la sabiduría y la enseñanza.
Proverbios 1:7
.
No sólo se ha transmitido la enfermedad de padres a hijos, generación tras
generación, sino que los padres legan a sus hijos sus propios hábitos erróneos,
apetitos pervertidos y pasiones corruptas. Los hombres y las mujeres son lentos
para aprender sabiduría de la historia del pasado. La extraña ausencia de principios
que caracteriza a la generación actual, el descuido de las leyes de la vida y la
salud, es asombroso. Aunque puede obtenerse fácilmente un conocimiento de
estas cosas, prevalece, en cuanto a esto, una ignorancia deplorable.
La principal ansiedad de la mayoría es: “¿Qué comeré? ¿Qué beberé? ¿Con
qué me vestiré?” A pesar de todo lo que se ha dicho y escrito sobre la importancia
de la salud y los medios para conservarla, el apetito es la gran ley que generalmente
gobierna a los hombres y a las mujeres.—
The Review and Herald, 13 de diciembre
de 1881
.
¿Qué puede hacerse para detener la marea de enfermedad y crimen que está
arrastrando a nuestra especie a la ruina y a la muerte? Como la gran causa del mal
ha de hallarse en la complacencia del apetito y la pasión, la primera y gran obra
de reforma debe ser aprender y poner en práctica las lecciones de la temperancia
y el dominio propio.
Si ha de efectuarse un cambio permanente para el mejoramiento de la sociedad,
la educación de las masas debe empezar en la época temprana de la vida. Es
casi seguro que los hábitos formados en la infancia y la juventud, los gustos
adquiridos, el dominio propio logrado, los principios inculcados desde la cuna,
han de determinar el futuro del hombre o de la mujer. El crimen y la corrupción
resultantes de la intemperancia y las costumbres relajadas podrían ser evitados
por la debida educación de la juventud.
La salud física perfecta es una de las más grandes ayudas para formar en
la juventud caracteres puros y nobles, fortaleciéndolos para dominar el apetito
y refrenar los excesos degradantes; y, por otra parte, estos mismos hábitos de
dominio propio son esenciales para el mantenimiento de la salud...
La juventud es, por excelencia, la época de almacenar los conocimientos que
han de ser puestos diariamente en práctica durante toda la vida. La juventud es la
época para establecer buenos hábitos, para corregir los malos ya contraídos, para
lograr y mantener el poder del dominio propio y trazar el plan de acostumbrarse
a la práctica de ordenar todos los actos de la vida de acuerdo con la voluntad de
Dios y el bienestar de nuestros semejantes.—
Mensajes para los Jóvenes, 231, 232
.
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