Por Jesús llega la salud y el alivio de las perplejidades, 20 de
octubre
Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran
amargas; por eso le pusieron el nombre de Mara. Entonces el pueblo
murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de beber?
Éxodo 15:23, 24
.
El Señor tenía una lección para enseñarles a los hijos de Israel. Las aguas de
Mara eran una lección objetiva, representando las enfermedades que se acarrearon
los seres humanos por causa del pecado. No es misterio que los habitantes de la
tierra están sufriendo de enfermedades de toda índole y tipo. Es porque transgreden
la ley de Dios.
Así hicieron los hijos de Israel. Derribaron las barreras que Dios en su provi-
dencia había erigido para preservarlos de la enfermedad, con el fin de que pudieran
vivir con salud y santidad y de esa manera aprendiesen obediencia en su cami-
nar por el desierto. Viajaron bajo la dirección especial de Cristo, quien se había
dado como sacrificio para preservar a un pueblo que siempre tuviera a Dios en
su memoria, a pesar de las magistrales tentaciones de Satanás. Envueltos en la
columna de nube guiadora, era el deseo de Cristo guardar bajo sus alas protectoras
de cuidado a todos los que hicieran su voluntad.
No fue por casualidad que en su viaje los hijos de Israel llegaron a Mara.
Antes que dejaran Egipto, el Señor comenzó sus lecciones de instrucción, para
poder llevarlos a que se dieran cuenta de que él era su Dios, su Libertador, su
Protector. Murmuraron contra Moisés y contra Dios, pero aún así el Señor trató de
mostrarles que aliviaría todas sus perplejidades si querían mirarlo a él. Los males
que encontraron y por los que pasaron eran parte del gran plan de Dios, por medio
de los cuales deseaba probarlos.
Cuando llegaron a las aguas de Mara, “el pueblo murmuró contra Moisés, y
dijo: ¿Qué hemos de beber? Y Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un
árbol; y lo echó en las aguas, y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos
y ordenanzas, y allí los probó”.
Éxodo 15:24, 25
. Aunque invisible a los ojos
humanos, Dios era el líder de los israelitas, su poderoso Sanador. Él fue quien
puso en el árbol las propiedades que endulzaron las aguas. De esa manera deseaba
mostrarles que por medio de su poder podía curar los males del corazón humano.
Cristo es el gran Médico, no sólo del cuerpo sino del alma. Nos devuelve a
nuestro Dios. Dios permitió que su Hijo unigénito fuera magullado, con el fin
de que las propiedades curativas pudieran fluir de él para curar todas nuestras
enfermedades.—
Manuscript Releases, 29-31
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