Obedecer por principio, 6 de febrero
Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y
elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás.
2 Pedro 1:10
.
La vida eterna vale más que cualquier sacrificio, y Jesús dijo: “Así, pues,
cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi
discípulo”.
Lucas 14:33
. El que no hace nada sino que espera ser impulsado
por algún ser sobrenatural, esperará en la inacción y oscuridad. Dios ha dado su
palabra, y habla en un lenguaje inconfundible a su alma. ¿No es la palabra de su
boca suficiente para mostrarle su deber, e instarlo a que lo haga?
Los que se humillan e investigan las Escrituras con oración, para conocer y
hacer la voluntad de Dios, no tendrán dudas de sus obligaciones para con Dios.
Porque “el que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la doctrina es de
Dios”.
Juan 7:17
. Si usted conoce el misterio de la piedad, debe seguir la sencilla
palabra de verdad, lo sienta o no lo sienta; tenga emoción o no. Hay que rendir
obediencia a partir de un sentido del principio, y debe practicarse lo correcto bajo
todas las circunstancias. Éste es el carácter que es elegido de Dios para salvación.
En la Palabra de Dios se da la prueba de un cristiano genuino. Dice Jesús: “Si
me amáis, guardad mis mandamientos”.
Juan 14:15
. “El que tiene mis manda-
mientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi
Padre, y yo le amaré y me manifestaré a él... El que me ama, mi palabra guardará;
y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada con él. El que no me
ama, no guarda mis palabras; y la palabra que habéis oído no es mía, sino del
Padre que me envió”.
Juan 14:21, 23, 24
.
Aquí están las condiciones sobre las cuales cada alma será elegida para la
vida eterna. Su obediencia a los mandamientos de Dios demostrará su derecho
a la herencia con los santos en luz. Dios ha elegido una cierta excelencia de
carácter, y cada uno que, por medio de la gracia de Cristo, alcance la norma de
sus requerimientos, tendrá una entrada abundante al reino de la gloria.—
Christian
Education, 117, 118
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