Página 112 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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La Segunda Venida y el Cielo
siembran la semilla de la cual, sobre sus sepulcros, otros cosechan
en abundancia. Plantan árboles para que otros coman sus frutos. Se
contentan aquí con saber que han puesto en acción instrumentos
benéficos. En el más allá se verá el resultado.
En el cielo se guarda un registro de todo don otorgado por Dios,
que ha inducido a los hombres a hacer esfuerzos abnegados. Uno de
los estudios y las recompensas de la escuela celestial consistirá en
descubrir esto en toda su amplitud, contemplar a los que por nuestros
esfuerzos han sido elevados y ennoblecidos, y ver en su historia los
frutos de la aplicación de los principios verdaderos.
Allí conoceremos como somos conocidos. Allí hallarán un em-
pleo más dulce y verdadero el amor y las simpatías que Dios ha
implantado en el alma. La comunión pura con seres celestiales, la
armoniosa vida social con los ángeles bienaventurados y los fieles
de todas las épocas, el vínculo sagrado que une “toda la familia
en los cielos, y en la tierra”, todas estas cosas se cuentan entre las
experiencias del más allá.
Habrá allí música y canto tales como, salvo en las visiones
de Dios, ningún mortal ha oído, ni concebido ninguna mente. Y
“habrá cantores y tañedores en ella”.
Salmos 87:7
. “Estos alzarán
su voz, cantarán gozosos por la grandeza de Jehová”.
Isaías 24:14
.
“Ciertamente consolará Jehová a Sion; consolará todas sus soledades,
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y cambiará su desierto en paraíso, y su soledad en huerto de Jehová;
se hallará en ella alegría y gozo, alabanza y voces de canto”.
Isaías
51:3
.
Allí se desarrollará toda facultad y toda aptitud aumentará. Se
impulsarán las mayores empresas, se lograrán las más elevadas aspi-
raciones y se realizarán las mayores ambiciones. Y aún se levantarán
nuevas alturas a las cuales llegar, nuevas maravillas que admirar,
nuevas verdades que comprender, nuevos objetos que despertarán
las facultades del cuerpo, la mente y el alma.
Todos los tesoros del universo serán abiertos al estudio de los
hijos de Dios. Entraremos con inefable deleite en el gozo y en la
sabiduría de los seres no caídos. Compartiremos los tesoros ganados
durante siglos y siglos pasados en la contemplación de la obra de
Dios. Y los años de la eternidad, a medida que transcurran, seguirán
ofreciendo revelaciones más gloriosas. “Mucho más abundante-