Página 113 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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La escuela celestial
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mente de lo que pedimos o entendemos” (
Efesios 3:20
), será para
siempre la munificencia de Dios para otorgar sus dones.
“Sus siervos le servirán”. La vida en la tierra es el comienzo de
la vida en el cielo; la educación en la tierra es una iniciación en los
principios del cielo; la obra de la vida aquí es una preparación para
la obra de la vida allá. Lo que somos ahora en carácter y servicio
santo es el símbolo seguro de lo que seremos entonces.
“El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir”.
Mateo 20:28
. La obra de Cristo en la tierra es su obra en el cielo, y
la recompensa, que recibiremos por trabajar para él en este mundo
será el mayor poder y el más amplio privilegio de trabajar con él en
el mundo venidero.
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“Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios”.
Isaías 43:12
. Esto también seremos en la eternidad.
¿Por qué se permitió que el gran conflicto se prolongara por
tantos siglos? ¿Por qué no se suprimió la existencia de Satanás al
comienzo mismo de su rebelión? Para que el universo se convencie-
ra de la justicia de Dios en su trato con el mal; para que el pecado
recibiese condenación eterna. En el plan de salvación hay alturas y
profundidades que la eternidad misma nunca podrá agotar, maravi-
llas que los ángeles desearían escrutar. De todos los seres creados,
sólo los redimidos han conocido por experiencia el conflicto real
con el pecado; han trabajado con Cristo y, cosa que ni los ángeles
podrían hacer, han participado de sus sufrimientos. ¿No tendrán
acaso algún testimonio acerca de la ciencia de la redención, algo
que sea de valor para los seres no caídos?
Aún ahora es “dado a conocer” “por medio de la iglesia”, “a los
principados y potestades en los lugares celestiales, la multiforme
sabiduría de Dios”. Y “juntamente con él nos resucitó, y asimismo
nos hizo sentar en los lugares celestiales... para mostrar en los siglos
venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para
con nosotros en Cristo Jesús”.
Efesios 3:10
;
2:6, 7
.
“En su templo todo proclama su gloria”, el canto que cantarán
los redimidos, el canto de su experiencia, declarará la gloria de Dios:
“Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso;
justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos. ¿Quién no te
temerá, oh Señor, y glorificará tu nombre? Pues sólo tú eres santo”.
Apocalipsis 15:3, 4
.