Página 114 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

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La Segunda Venida y el Cielo
En nuestra vida terrenal, aunque restringida por el pecado, el
mayor gozo y la más elevada educación se encuentran en el servi-
cio. Y en la vida futura, libre de las limitaciones de la humanidad
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pecaminosa, hallaremos nuestro mayor gozo y nuestra más elevada
educación en el servicio: Dando testimonio, y mientras lo hacemos
aprendiendo de nuevo acerca de “las riquezas de la gloria de este
ministerio entre los gentiles; que es Cristo en vosotros, la esperanza
de gloria”.
Colosenses 1:27
.
“Aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos
que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le
veremos tal como él es”.
1 Juan 3:2
.
Cristo contemplará entonces su recompensa en los resultados de
su obra, en aquella gran multitud que nadie podrá contar, presentada
“sin mancha delante de su gloria con gran alegría”.
Judas 24
. Aquel
cuya sangre nos ha redimido y cuya vida ha sido para nosotros
una enseñanza, “verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará
satisfecho”.
Isaías 53:11
.—
La Educación, 291-298
.
Cristo será nuestro Maestro
—¿Os parece que no aprendere-
mos nada allí? No tenemos la menor idea de lo que se abrirá entonces
delante de nosotros. Con Cristo andaremos al lado de las aguas vivas.
Nos revelará la hermosura y gloria de la naturaleza. Nos revelará
lo que él es para nosotros, y lo que somos para él. Conoceremos
entonces la verdad que no podemos conocer ahora, por causa de
nuestras limitaciones finitas.—
El Hogar Cristiano, 496
.
El conocimiento celestial será progresivo
—Todos los tesoros
del universo se ofrecerán al estudio de los redimidos de Dios. Li-
bres de las cadenas de la mortalidad, se lanzan en incansable vuelo
hacia los lejanos mundos mundos a los cuales el espectáculo de las
miserias humanas causaba estremecimientos de dolor, y que ento-
naban cantos de alegría al tener noticia de un alma redimida. Con
indescriptible dicha los hijos de la tierra participan del gozo y de
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la sabiduría de los seres que no cayeron. Comparten los tesoros de
conocimientos e inteligencia adquiridos durante siglos y siglos en
la contemplación de las obras de Dios. Con visión clara conside-
ran la magnificencia de la creación—soles y estrellas y sistemas
planetarios que en el orden a ellos asignado circuyen el trono de la
Divinidad—. El nombre del Creador se encuentra escrito en todas