Página 125 - La Segunda Venida y el Cielo (2003)

Basic HTML Version

El cielo puede comenzar ahora
121
cielo en la tierra, y no se daban cuenta del tiempo transcurrido desde
que comieran.—
El Ministerio de Curación, 29
.
El símbolo más dulce del cielo
—El hogar debe ser hecho todo
lo que la palabra implica. Debe ser un pequeño cielo en la tierra, un
lugar donde los afectos son cultivados en vez de ser estudiosamente
reprimidos. Nuestra felicidad depende de que se cultive así el amor,
la simpatía y la verdadera cortesía mutua.
El símbolo más dulce del cielo es un hogar presidido por el
Espíritu del Señor. Si se cumple la voluntad de Dios, los esposos
se respetarán mutuamente y cultivarán el amor y la confianza.—
El
Hogar Cristiano, 11, 12
.
Un hogar placentero y feliz puede ser un cielo en la tierra
Padres, haced de vuestro hogar un pequeño cielo en la tierra. Podéis
lograrlo si elegís hacerlo. Podéis hacer el hogar tan placentero y
feliz que será el lugar más atractivo sobre la tierra para vuestros
[161]
hijos. Que ellos reciban todas las bendiciones de un hogar. Podéis
hacerlo si os acercáis de tal manera a Dios, que su Espíritu morará en
vuestro hogar. Acercaos al lado sangrante del Hombre del Calvario;
al participar en sus sufrimientos, al fin participaréis con él de su
gloria.—
Peter’s Counsel to Parents
.
Nuestras instituciones pueden ser un cielo en la tierra
Como hijos e hijas de Dios y miembros de la familia real, debemos
aprender de él a hacer diariamente su voluntad y representar su ca-
rácter. El amor de Dios recibido en el corazón es un poder activo para
el bien. Despierta las facultades de la mente y los poderes del alma.
Amplía la capacidad de sentir y de amar. Aquel que ama a Dios de
todo su corazón, amará a todos los hijos de Dios y se aproximará
a ellos con una conducta respetuosa, no importa cual sea su propia
posición o responsabilidad. Su cortesía y consideración le ganarán
respeto y confianza.
Si ese espíritu prevalece en nuestras instituciones, y cada uno
manifiesta un amor sincero hacia sus compañeros de trabajo, nuestras
instituciones serán una representación del cielo en la tierra. Serán
para el mundo un testimonio perpetuo de lo que la verdad santificante
puede hacer en aquel que la recibe. Todos deseamos que esa clase de
amor se exprese hacia nosotros, y Dios nos llama a revelar ese mismo
espíritu hacia los demás.—
The Ellen G. White 1888 Materials, 1356
.