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La Segunda Venida y el Cielo
al cielo. Sus semblantes se iluminan con la gloria divina y brillan
cual brillara el rostro de Moisés cuando bajó del Sinaí. Los malos
no los pueden mirar. Y cuando la bendición es pronunciada sobre
los que honraron a Dios santificando su sábado, se oye un inmenso
grito de victoria.—
El Conflicto de los Siglos, 698
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